La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aquí la Tierra El océano del tiempo

Tiburones en Barranco Seco

Hace 4,8 millones de años peces pavorosos nadaban por el accidente geográfico de Las Palmas, entre ellos el ´Carcharocles megalodon´

Vista de Barranco Seco, visitado en el Plioceno Superior por grandes tiburones como el megalodón.

Hubo un tiempo en que Barranco Seco no era seco. Tan poco seco era entonces Barranco Seco que este accidente geográfico de Las Palmas se encontraba sumergido veinte o treinta metros bajo las aguas marinas. Pero de esto hace mucho. Tanto, que no es ya que entonces no existiese Las Palmas, es que, por no existir, no existía ni el ser humano. De ello hace aproximadamente 4,8 millones de años -en el Plioceno Superior, para entendernos-. Si hubiese la posibilidad de viajar en el tiempo y alguien se desplazase desde este lugar, ahora, hasta este lugar, entonces, pertrechado no solo de una máquina del tiempo como Dios manda, obviamente, sino también de unas gafas y un tubo, naturalmente, cabe la posibilidad de que decidiese retornar al presente a toda prisa. Esa posibilidad se llama Carcharocles megalodon y es un antepasado del tiburón blanco que merodeaba por aquí por temporadas, que podía llegar a medir 18 metros y pesar 50 toneladas y que está considerado por la comunidad científica como el más grande depredador que ha existido nunca en el mar. Vamos, como para acercarse a acariciarlo en plan documental de la 2.

El Laboratorio de Paleontología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que comanda Joaquín Meco, profesor emérito de Paleontología, y del que forman parte también Juan Francisco Betancort, doctor en Ciencias del Mar, y Alejandro Lomoschitz, geólogo y catedrático en dicho centro académico, encontró en su momento en el barranco un diente y fragmentos de vértebra de esta pavorosa criatura llamada comúnmente megalodón. También, como explica Betancort, halló dientes de otros tiburones que, no por menos imponentes que el Carcharocles megalodon, harían pensar, al verlos, en churros de pescado: Carcharias acutissima, Parotodus benedeni, Cosmopolitodus hastalis, Isurus oxyrinchus, Carcharhinus leucas y Carcharhinus priscus.

Entre otros vestigios que acreditan que Barranco Seco no estuvo siempre seco, el laboratorio de Paleontología que dirige Joaquín Meco, cuyo prestigio se refleja en múltiples publicaciones en las más selectas revistas científicas mundiales, ha encontrado también fósiles de braquiópodo, una criatura marina con aspecto de almeja, pero que no tiene nada que ver con la almeja, y de fanerógamas, una suerte de seba como la que existe aún en el Golfo de Guinea y que, como explica Juan Francisco Betancort, acreditan no sólo el nivel de las aguas que había aquí durante el Plioceno Superior sino también el clima tropical imperante en Canarias.

Impresiona sobremanera imaginar por aquí al megalodón, que, según indica Betancort, vendría a Barranco Seco a aparearse o a alimentarse de alguna de sus presas favoritas: ballenas, delfines, focas y otros tiburones -el equipo de Meco tiene ya datos fiables sobre algunas de esas especies y en su momento las dará a conocer-. Pero impresiona también lo suyo hacer un buceo en internet y ver recreaciones visuales más o menos rigurosas del depredador de depredadores y de los demás tiburones que nadaban por dónde hoy está el Colegio Heidelberg, por dónde entrena la Unión Deportiva Las Palmas y por donde la gente sube y baja de Tafira. Hay una, en concreto, en un sitio titulado Carcharocles megalodon: the ultímate marine superpredator, que muestra a un buzo, un gran tiburón blanco y al gran leviatán marino que seguramente le va a estropear el próximo sueño a este reportero.

Por lo demás, sobrecoge también pensar en la enorme edad del paisaje. Pensar en Barranco Seco hace 4, 8 millones de años. Tiempos descomunales, difíciles de representarse en la mente, criaturas que parecen salidas de un relato de ciencia ficción y que, sin embargo, trastearon por aquí, por donde hoy circulan autobuses de escolares y futbolistas, por donde diariamente tantas personas van y vienen del interior de la Isla hacia la costa. ¿Cómo será Barranco Seco dentro de 4,8 millones de años? ¿Habrá vida para entonces en el planeta Tierra? ¿Existirá el planeta Tierra? ¿Qué clase de criaturas, en el caso de que aún haya vida, deambularán por el barranco en el caso de que haya barranco? Y lo más importante de todo: ¿Contará todavía con tantos y tan selectos lectores este magnífico reportaje?

Compartir el artículo

stats