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La ciudad de ayer Transformación del casco antiguo

Colón salvó Vegueta

Siglos después de la visita del navegante, la casa que lleva su nombre propició la recuperación y mejora del casco antiguo de la capital

1895: Unas mujeres recogen agua en la fuente de la plaza del Pilar Nuevo.

Tras el horizonte del océano se guarda lo desconocido. Durante mucho tiempo Canarias fue parada obligatoria para aquellos que viajaban entre el viejo y el nuevo mundo, rumbo a las tierras sin explorar del continente americano. Aún no había terminado la conquista de las Islas por parte de la Corona de Castilla cuando la expedición de Cristóbal Colón recaló en el Archipiélago en busca de una nueva ruta a las Indias a través del Atlántico.

El Real de Las Palmas se fundó en 1478 a orillas del Guiniguada por un grupo de castellanos. Pronto se aglutinó una serie de construcciones en el entorno de la ermita de San Antonio Abad, el primer edificio religioso de la ciudad. Allí, frente a la misma, en la encrucijada de las calles Colón y Pedro de Algaba, el gobernador estableció su vivienda.

El navegante genovés, en su búsqueda de una ruta al continente asiático, se vio obligado a recalar en Gran Canaria en el transcurso de su primer viaje, en 1492. La tradición cuenta que el marinero se alojó en la Casa del Gobernador mientras reparaban el timón de La Pinta y el velamen de La Niña.

El descubridor volvería a pasar por la ciudad en su segundo y en su cuarto viaje. Justo, en una de esas ocasiones, se llevó la caña de azúcar rumbo a tierras caribeñas. Fue entonces cuando comenzaron los nexos que llegan hasta nuestros días entre Canarias y América.

Casi 500 años después de los viajes del navegante, Colón volvió a ser protagonista de Vegueta. El Cabildo, en tiempos de Matías Vegas (1945-1960), decidió comprar la antigua morada del gobernador para alojar allí el Archivo Histórico Provincial, la Biblioteca Insular, el Museo de Bellas Artes y un centro de estudios americanistas. "En el Cabildo tenían la intención que no solo se quedara en la Casa de Colón, sino convertirse en un centro de alta cultura", señala Elena Acosta, presidenta del actual centro.

El espacio insuficiente obligó a comprar otros inmuebles de la misma manzana. Fueron el arquitecto Secundino Suazo, junto al pintor Néstor Álamo y a Santiago Santana, quienes se encargaron de dar uniformidad al conjunto. Para ello reprodujeron elementos artísticos del siglo XVI o rescataron piezas de edificios en ruinas del barrio de Vegueta.

Patrimonio a preservar

A mitad del siglo XX buena parte de los edificios de Vegueta se encontraban en un estado crítico, con peligro de derrumbe en algunos casos. Muchos de ellos sucumbieron bajo el pico y la pala para dar paso a nuevas edificaciones, caso de la casa Avellaneda, cuyo solar ocupa hoy el Teatro Guiniguada.

"No será hasta 1957, con ocasión de la definitiva inauguración de la Casa de Colón [se abrió parcialmente en 1951 y en 1952] cuando reaparezca el entusiasmo cultural por Vegueta", señala el arquitecto José Luis Gago en su artículo La rehabilitación y restauración en el casco histórico de Vegueta. "La potencialidad cultural que demostraba tener abrió un sugerente panorama del que se percataron de inmediato algunos intelectuales; todo ello coadyuvó a la creación de un estado de opinión sensibilizado con el futuro de Vegueta, tras haber sido abandonado por la sociedad", continúa.

La portada verde de la Casa de Colón, que hoy impresiona a lugareños y foráneos, no estaba allí a principios del siglo XX. En el núcleo de las calles Colón, Herrería, Pedro de Algaba y la plaza del Pilar Nuevo se aglutinaban una serie de casas independientes, la mayoría anteriores al siglo XVII.

Una estampa de 1895 refleja a las aguadoras surtiéndose del líquido elemento en la fuente del Pilar Nuevo, la cual abastecía a los habitantes de Vegueta. A sus espaldas, se puede ver el aspecto de las viviendas de la época. Formas sencillas, propias de la arquitectura tradicional canaria. En los años veinte se derriba la pieza central del conjunto. En su lugar se levantó una casa de tres plantas de estilo modernista.

Este cambió no duró mucho tiempo. A finales de los años cuarenta el Cabildo comenzó el derribo de la misma para levantar, en su lugar, la destacable portada verde. Néstor Álamo se encargó de crear una fachada en cantería de Tirma que aglutinara los principales elementos arquitectónicos del gótico tardío. De ahí los motivos florales o los arcos conopiales.

Para terminar de completar el conjunto, se añadió una tercera planta a las otras dos viviendas que conforman la fachada. En ambas se respetaron puertas y marcos de cantería. Además, sobre la nueva planta se colocaron balcones canarios que se trasladaron pieza por pieza desde distintos edificios en ruinas del casco antiguo.

La fachada que linda con la calle Herrería también sufrió una gran transformación. Para ello la corporación insular compró la casa de los Hidalgos, que hoy se mantiene con un aspecto similar al original. Al otro inmueble, en la esquina entre Herrería y Colón, se le añadió una tercera planta y una gran puerta de entrada. En este caso se volvió a recrear una fachada de la época de los descubrimientos.

La calle Colón guarda la única fachada gótica original del conjunto urbanístico. Denominada de Santa Gadea Mansel, se construyó en piedra arenisca amarilla, uno de los elementos más comunes en la arquitectura del siglo XVI. Una placa recuerda hoy que en esta casa nació el tenor Alfredo Kraus en 1927. "Siempre que venía al salón de actos repetía qué gran casualidad que hubiera un piano donde él nació", rememora Elena Acosta las visitas del músico.

El interior de la Casa de Colón también fue un ejemplo de conservación. El claustro renacentista del desaparecido convento de Santo Domingo, incendiado a finales del siglo XIX y en completa ruina, se trasladó hasta el ficticio patio de armas del nuevo centro cultural. El pozo, blanco de todos los flashes de los turistas si es el original de la Casa del Gobernador.

La institución propició la creación de otros centros, tales como el CAAM. El Archivo Provincial se trasladó y la biblioteca se volvió monográfica del americanismo, un valor entorno al que gira hoy la conservación de este lugar.

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