Hacía más de 20 años que David Alonso no visitaba Gran Canaria. El español mejor clasificado en la primera etapa de la regata Mini Transat 2017 (vigésimo primero en su categoría con un tiempo de 10 días, 13 horas y 50 segundos) había recalado por última vez en la isla a comienzos de la década de 1990, aunque en condiciones muy diferentes.

En aquel viaje llegó a bordo del Juan Sebastián Elcano, el buque escuela de la Armada española. "Hice en él la mili -cuando aún se hacía- con el comandante Calvo, aunque en aquella época yo ya pensaba en esto del Mini", reconoce el navegante, que vive esta regata como como un sueño que tenía "desde pequeñito" y que ahora por fin ha podido cumplir.

"Esto es una aventura, un desafío sobre todo contra ti mismo", confiesa solo unas horas después de haber atracado en el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria. En su cara resiste una expresión que deja ver tanto el cansancio por los días de travesía como la emoción por haber conseguido completar con buena fortuna esta primera etapa. "Para el que le gusta el mar, la vela y poder navegar en solitario esto es un gran reto", asegura.

Alonso vive en la localidad alicantina de Moraira, al sur del cabo de la Nao, y suele mantener viva su pasión náutica en aguas mediterráneas, por lo que probar suerte en el océano ha sido toda una experiencia. "En el fondo el Atlántico es más noble que el Mediterráneo, pero cuando se cabrea lo hace de manera más importante".

Durante la primera etapa de la regata ha ocurrido justo lo contrario: "Ha sido un poco atípico en cuanto a meteorología". Un punto habitualmente complicado, como el cabo de Finisterre, "no han sido tan duro como a veces se pone", y los navegantes se han topado con zonas de calma le les han tenido "parados un día entero", pero al español no le importa: "Forma parte de esto y en general el barco está bien y el hombre está bien... hemos hecho una buena regata", comenta con el orgullo propio de quien ha cumplido sus objetivos.

Para Alonso la mayor aventura de la regata es el hecho de "sentirte solo y tener que arreglar los problemas sin comunicación exterior, enfrentándote a ti mismo y a tus miedos porque no puedes llamar por teléfono y pedir ayuda". Aun asi, el hecho de que exista una contienda añade, a su juicio, nuevos alicientes: "Hace que cojas más riesgos, te exiges más a ti mismo, duermes menos, vas más aprisa? si ya de sí la aventura es bastante, la competición hace que todo se multiplique".

Ahora toca reparar tanto el bote como el propio estado de los participantes en la regata. "Las dos cosas siempre tienen que ir unidas y suele ocurrir que hay que ocuparse primero del bote y luego de uno mismo", detalla Alonso, que en este sentido es todo un afortunado: "He podido cuidar bastante bien del barco, solo hay que preparar cosas pequeñas para la gran travesía, pero en principio la semana que viene va a ser de vacaciones en la isla y para disfrutar del mar".

La primera mujer

Para la francesa Clarisse Crémer, primera mujer clasificada en la regata (tercera en la general de botes de serie con un tiempo de 10 dias, seis horas, ocho minutos y 23 segundos) la Mini Transat 2017 está siendo todo un viaje iniciático: "Me ha encantado vivir esto, he estado sola en mi bote sin hablar con nadie durante seis días, porque no tenía a nadie cerca". Hoy en día, como ella misma reconoce, es difícil vivir una experiencia así: "Es muy distinto a todo lo que hacemos hoy en día, porque nunca te pasas seis días sin hablar con nadie, sin teléfono, sin correo, sin nada, solo contigo misma", destaca. ¿Le permite eso conocerse mejor a sí misma? "Quizás, pero no estoy segura, lo que está claro es que aprendes a gestionar mejor tus sentimientos y emociones".

Crémer explica que se decidió a hacer la Mini Transat animada por su novio, que ya había competido dos veces en la regata transatlántica: "Es como un virus, estos pequeños botes son una forma increíble para recorrer el mundo y el viaje se convierte en un reto". Cada momento se convierte en una escena inolvidable: "Se puede ser muy feliz estando sola en el mar y disfrutando de la luna, del cielo, de la naturaleza? son todo cosas básicas, pero que en el océano se convierten en increíbles", afirma.

A pesar de todas esas emociones positivas los regatistas dejan claro un aspecto fundamental: navegar solo también puede traer complicaciones y en ellas la creatividad y la preparación previa son fundamentales. Eso mismo es lo que piensa el alemán Oliver Tessloff, que tuvo que arreglar parte de su arboladura después que se se rompiera a mitad de camino. "Puede ser un poco lioso tener este tipo de problemas en medio del océano y necesitas tiempo para arreglarlos", confiesa. A él no le salió tan mal: ha concluido la primera etapa décimo tercero en la categoría de botes de serie con un tiempo de 10 días, 11 horas, 13 minutos y 30 segundos.

Unos puestos por encima en la clasificación (sexto con 10 días, ocho horas, 47 minutos y 30 segundos) se encuentra el francés Frédéric Moreau, que más allá de la épica de la competición apunta un último aspecto fundamental: "La preparación es muy importante, tienes que ser a la vez financiero, gestor de proyectos y marinero", detalla.

Mientras los primeros clasificados ya descansan en Gran Canaria, el grueso de la regata tenía previsto llegar entre la noche de este viernes y la mañana de hoy, después de que el régimen de vientos entre Madeira y Canarias mejorara tras varios días de calma chicha. Entre ellos se encuentran los otros cinco españoles de la Mini Transat.