La costa de San Cristóbal se llenó ayer de decenas de pequeños piratas, parche al ojo y espada en mano, que corrieron y rieron durante toda la mañana. El barrio marinero por excelencia de Las Palmas de Gran Canaria celebró por primera vez su desembarco pirata más particular. Títeres, barcos de hojalata y manualidades varias recordaron los tiempos en los que corsarios y bucaneros asaltaban las aguas del Archipiélago día sí y día también. Aquellos remotos años en los que el torreón de San Pedro Mártir, conocido como castillo de San Cristóbal, tenía un protagonismo defensivo contra célebres asaltantes que llegaban desde tres continentes.

"Durante trescientos años los corsarios asaltaban anualmente algún punto de Canarias", señaló ayer Germán Santana, profesor de Historia Moderna en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y experto en la materia. Los siglos XVI, XVII y XVIII fueron muy convulsos para las costas del Archipiélago. El historiador recorrió el paseo de San Cristóbal con un nutrido grupo de visitantes para revelar los secretos de la piratería.

"Pocos conocen la historia del tesoro de unos corsarios holandeses que escondieron unos sacos de monedas de plata en la playa de Gando", explicó el historiador. La historia del Archipiélago está repleta de leyendas y hechos verídicos en torno al mundo de la piratería. Tales como el periplo de "la peregrina", una mujer que da nombre a una popular calle de Triana. En el siglo XVII viajó hasta Andalucía en busca de su hijo, quien fue secuestrado previamente por corsarios berberiscos. Por desgracia, ella sufrió una suerte similar.

"Canarias era un portaviones entre España y las colonias de América", indicó el historiador, motivo que atrajo la piratería. Explicó también que los primeros pillajes de este tipo comenzaron antes de la conquista castellana, cuando varios navíos europeos llegaban al Archipiélago en busca de riquezas entre la población indígena. Una época en la que muchos de ellos acabaron vendidos como esclavos en el viejo continente.

Tras la conquista de las Islas por parte de Castilla, el Archipiélago sufrió la invasión de todas las potencias con las que España estuvo en guerra. Precisamente, el historiador aclaró que el célebre ataque de Peeter Van der Does no se trató de una incursión corsaria. "Este holandés era un militar al frente de una Armada, por lo que no se le puede considerar corsario", apuntó Santana.

El profesor tampoco se olvidó de la importancia de las defensas de la capital grancanaria. Con el torreón de San Cristóbal a sus espaldas, relató las peripecias de los castillos de la ciudad en los distintos ataques que han ocurrido a lo largo de la historia. Además, apuntó que los cañones de este antiguo torreón están hoy expuestos en la Casa de Colón.

Actividades infantiles

El discurso histórico estuvo acompañado por múltiples actividades lúdicas para los más pequeños de la casa. En uno de los stand los niños y niñas crearon un barco pirata a base de trozos de papel de periódico. En otros pudieron crear sus propios parches, gorros y espadas. Mientras, en otros aprendían a trabajar la hojalata para construir los típicos barquillos del barrio marinero.

Además, se entregaron los premios del concurso infantil Piratas del Atlántico, en el que participaron niños de todos los colegios de primaria de la capital grancanaria. La clase de 6º A del centro María Auxiliadora se alzó con el podio al mejor relato. Mientras, los chicos de 3º A del CEIP Salvador Manrique de Lara ganaron el reconocimiento al mejor dibujo. Lo hicieron gracias a un mapa del tesoro con el título Atraco en Firgas, con un camino desde La Isleta hasta la localidad grancanaria. Sus autores utilizaron el café para dar color y vigor propio al dibujo.

Como recompensa, la concejalía de Ciudad de Mar premiará a estos alumnos con un viaje en el barco pirata Timanfaya. Un lugar donde podrán vivir una auténtica experiencia bucanera. El resto de dibujos del concurso se expusieron en el paseo de San Cristóbal a la vista del numeroso público.