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La ciudad de ayer ¿Nos vemos una película? (I)

Los cines bajo la piqueta

Desde el nacimiento del cine, la ciudad albergó numerosas salas; aunque algunos se transformaron, la mayoría acabó bajo la pala

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La ciudad de ayer: ¿Nos vemos una película?

"El cine de Camilito era lo suficientemente especial para que, con apenas tres años, me fijara por primera vez en él", así relató el proyeccionista Rafael Hernández Marrero en sus memorias, La Sofia Loren de Arenales, su primer contacto con el cine. A principios del siglo XX la nueva práctica de la cinematografía llegó desde los salones de París a Las Palmas de Gran Canaria. La ciudad llegó a albergar más de cuarenta salas de cine que hoy han desaparecido. Unos acabaron bajo la piqueta, mientras otros se reconvirtieron en salas de juego, teatro o, incluso, lugares de culto.

El éxito del cine en todo el mundo trajo consigo las primeras salas de la capital. En muchas ocasiones estos espacios combinaron esta práctica con otras como el teatro o las salas de variedades. Al mismo tiempo que abrieron los primeros cines se crearon bazares y tiendas que vivían directamente de la gente que acudía por las tardes a disfrutar de los grandes éxitos de los años dorados de Hollywood, sin olvidar los clásicos españoles de los niños prodigio.

Uno de los primeros en abrir fue el Circo Cuyás. A finales del siglo XIX el empresario Salvador Cuyás creó una sala de espectáculos, variedades y dramaturgia en la calle Viera y Clavijo. Rafael Hernández indicó en sus memorias que fue en enero de 1902 cuando los cinematógrafos proyectaron por primera vez una película en sus salas.

Fue una época en la que se proyectaban películas mudas. Para amenizar la función las salas tenían un pianista, quien causaba "sensación". Eran unos tiempos en los que, para entender el argumento, había que leer unos pequeños subtítulos. "Había gente que entraba al cine gratis para leer esos carteles a quienes no sabían o no podían hacerlo", relató Hernández en sus memorias.

El Cuyás se remodeló en varias ocasiones. El edificio actual lo diseñó el arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre en los años treinta. En los sesenta se renovó por completo, con una reapertura que protagonizó Mary Poppins. Tras cerrar en los ochenta, abriría otra vez como sala de teatro en exclusiva en 1999.

Otro cine transformado hoy en teatro fue el Avellaneda, ahora Teatro Guiniguada. Este edificio de Vegueta se terminó en los años cuarenta, tras el derribo de la histórica casa de los Avellaneda, del siglo XVII, una familia noble de la capital que daría nombre a la sala.

Durante la etapa del cine mudo, en los años veinte, proliferaron numerosas salas en la capital. El cine Arenales, en la calle León y Castillo, lo hizo en 1926. Diez años después, en plena Guerra Civil, Falange lo expropió para colocar allí la Organización Social de Educación y Descanso. Hoy ese lugar es un solar abandonado.

Otros cines de la época son el Pabellón Recreativo (1927-1980), en Perdomo esquina con Juan de Padilla. Ahora un edificio de viviendas. También se inauguró el Cine Colón (1929-1968) en Pamochamoso con Suárez Naranjo, con pases de reestreno. Hoy acoge el Centro Cívico Suárez Naranjo.

La portada de LA PROVINCIA del seis de diciembre de 1929 se puede considerar una auténtica cartelera de la época. En primer término una fotografía de la actriz italiana Maria Jacobini, una estrella del cine mudo de la época. Este día era el "viernes selecto" del Royal Cinema, con el estreno de la gran superproducción El Carnaval de Venecia.

La misma cartelera destaca las variedades del Cuyás, con la actuación del ventrílocuo Fregolino. El Pabellón Recreativo estrenaría ese viernes El último Valls, al precio de una peseta y media. Mientras, el Colón exhibiría "la extraordinaria película de mar El Corsario, con la soberbia interpretación del malogrado actor Anleto Novelli".

En 1931 se inaugura uno de los cines que más éxito cosechó en Las Palmas de Gran Canaria. El cine Avenida abrió sus puertas en la actual avenida Primero de Mayo. Durante un tiempo se llamó Hollywood Cinema por traer frescas las grandes superproducciones de los estudios de California. Con estrellas del cine como Marlene Dietrich o Clarck Gable. En plena Guerra Civil cambia de nombre, al igual que la calle donde se situaba, que pasó a denominarse General Franco, para gloria del dictador.

Se estrenó con una sesión de Dibujos Animados. Mientras, su cierre llegó en enero de 1988 con la proyección de la película Días Rebeldes, de Albert Magnoli. El edificio, que intentó protegerse como Bien de Interés Cultural, desapareció bajo la pala en 1996. Hoy un edificio de viviendas ocupa su lugar frente a las oficinas centrales de Correos en la capital.

Estos cines monosala sucumbieron por culpa de la televisión y las cintas de vídeo. La llegada de los multicines en los ochenta les dieron la estocada final. Royal Cinema se abrió a principios de siglo en León y Castillo con películas mudas. Aunque, si este establecimiento marcó un hito fue cuando estrenó la primera película sonora en Gran Canaria, según Rafael Hernández. Fue en la Navidad de 1930 con la cinta La mujer del torero.

Tras muchos años dorados, volvieron los cambios al Royal. En 1985 se convirtió en uno de los primeros multicines de la capital grancanaria, un hecho que dinamizó el barrio. Habría que esperar otras dos décadas para su cierre definitivo, su demolición, y la construcción posterior de oficinas.

Bajo la pala también acabó el cine Vegueta (1947-1988). Este último fue un cine de autor, con películas en versión original durante muchos años. A finales de los ochenta se convirtió en una sala pornográfica hasta cerrar el candado por última vez. El cine Carvajal (1949-2006) fue otro de los que se transformaron en sala X.

La zona vieja de la capital tuvo otros cines, como el Rex. Su último pase, Memorias de África, se mantuvo en cartelera once semanas. Los espectadores pudieron disfrutar por todo lo alto de una sala mítica que quedó en el recuerdo.

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