Alberto Montesdeoca Pérez, el joven que asesinó a su vecina Saray González con una cizalla, el 27 de octubre de 2015, en la calle Pérez del Toro de la capital, porque le interrumpió durante una partida de videojuegos, al acudir a su casa y decirle que bajase el sonido, aseguró que, "de haberse dado las mismas circunstancias, hubiera actuado igual". Así lo indicó ayer la médico judicial Eva Bajo, durante el juicio que se celebró en la Audiencia de Las Palmas. Según su análisis, el joven no presenta ningún trastorno psíquico o de personalidad que pudiera atenuar lo que hizo.

"Al preguntarle sobre qué hubiera pasado si pudiera volver atrás en el tiempo, Alberto se tomó su tiempo para contestar, estuvo pensando y nos dijo que era una pregunta difícil de contestar. Luego dijo que, si se hubieran dado las mismas circunstancias, hubiera actuado igual", señaló la experta, que, junto a su compañera Iraya Batista, entrevistaron al joven en cuatro ocasiones en la cárcel, así como a sus padres.

El informe psiquiátrico de la defensa del acusado - realizado por los médicos Carlos Lamela y Romay J. Martín- indica, sin embargo, que el joven padece un "un trastorno de personalidad esquizoide" que, sumado a su adicción a los videojuegos, provocó que perdiera aquel día el control y matara a la estudiante.

Ambos informes psiquiátricos, junto al de la autopsia, acapararon ayer toda la mañana del juicio contra Alberto Montesdeoca, que, tras la exposición por la tarde de las conclusiones de las defensas, y de que hubiera estado durante todo el juicio con la vista en el suelo, dijo a su favor: "En estos cuatro días se han dicho muchas cosas. Voy a ser breve. Sé que he obrado mal, cada día me doy cuenta de ello, me arrepiento de ello. Quiero pedir perdón a la familia y a sus amigos, porque no se puede compensar con nada. También a Álvaro [su amigo, en cuya casa dejó una mochila con la cizalla sin que éste lo supiera]." El joven lleva ya dos años en prisión preventiva.

El fiscal Pedro Gimeno, que coincidió con las forenses Eva Bajo e Iraya Batista en que no presenta ningún trastorno psíquico ni de personalidad, ha solicitado 20 años de prisión por el delito de asesinato con alevosía, ya que escondió la cizalla cuando llamó en casa de Saray. Durante su exposición, calificó el informe de "trabajo notable", mientras que indicó que el que hicieron Lamela y Martín trataba de justificar el "encargo que le había hecho el padre de Alberto", puesto que, al tener todo en contra [él mismo confesó lo que había hecho,] había que buscar una razón para su exculpación.

"Hace falta ser muy osado como Lamela para relacionar la adición a los videojuegos con un síndrome de abstinencia como el de otras sustancias", subrayó el fiscal, quien indicó que si uno es adicto al juego, sigue jugando, pese a que le molesten, "pero no baja al piso de abajo a buscar una cizalla y sube para matarla".

El abogado de la defensa de Saray eleva sin embargo el castigo a cinco años más, porque concurre, además de la alevosía, el ensañamiento, ya que la joven recibió entre 15 y 20 golpes, según dijeron los forenses que hicieron la autopsia. "El propio acusado, tras el terrible ataque, la deja en el suelo respirando. Lo dice él; se lava y dice que está viva. Lo dijo la vecina, que la oyó respirar como un pez; lo ha dicho el forense".

En cuanto a la confesión del joven, que podría servir para rebajar le la pena, indicó que era solo un "reconocimiento de los hechos, un descanso para su conciencia", pero que en su espíritu no estaba el confesar, porque no dijo dónde estaba el arma [apareció porque su amigo llamó a la policía cuando descubrió que le había dejado una mochila].

La abogada de Alberto Montesdeoca, por su parte, reclamó la absolución por una eximente completa de la responsabilidad penal, al haber un informe que determina que tiene un trastorno de la personalidad esquizoide y que tenía adicción a los videojuegos violentos.

La letrada, que criticó el atestado por estar incompleto, al no figurar algunas de las charlas que la policía tuvo con el joven, manifestó que Alberto no cometió el crimen premeditadamente, "porque cogió lo primero que había en la carpintería, en la que había más de 40 herramientas" e insistió en que la adicción a jugar a los videojuegos y en las ligas que se desarrollan en internet fue el detonante para cometer el asesinato. "En otras partes del mundo es ya una alarma social; aquí está empezando", puntualizó la abogada respecto a impacto que están produciendo este tipo de juegos entre los aficionados, que pasan horas frente a la pantalla en países como Corea o Japón, e hizo ver al jurado que estas situaciones, tan novedosas en nuestro país, no lo eran ya en otros.

Durante la explicación de los informes psiquiátricos, los miembros del jurado pudieron conocer algunos rasgos de la personalidad del acusado. Las médicos judiciales explicaron que, en las entrevistas, el joven presentaba una actitud "suspicaz, reticente; piensa lo que dice, mide lo que dice, no te mira a los ojos", dijo Bajo, quien reveló que les impresionó "la frialdad con la que contaba los hechos" y los detalles que daba. Tampoco tenía empatía con la familia de Saray. "No apreciamos un real arrepentimiento, sino por él y por su familia". Entre las cosas que chocaron a las expertas, fue que en la cárcel se había leído el Código Penal, la ley de Enjuiciamiento y el reglamento carcelario. "Nos hizo muchas preguntas sobre cómo iba a ser el juicio".

Análisis forense

Los expertos de la defensa relataron que el joven es tímido, evita las relaciones humanas y tiene una gran sensibilidad, "se siente herido con facilidad" [sufrió bullying, según ellos], tiene comportamientos obsesivos y rutinarios, es receloso, y no tiene comportamientos violentos. Lamela indicó que tiene "un predominio del mundo interno sobre el exterior". Durante la mañana, el jurado popular también escuchó el análisis forense que realizaron Beatriz Naranjo, Javier Tapias y Ana Fernández al día siguiente del asesinato de la joven. Los peritos llevaron fotos del cuerpo y advirtieron de la crudeza de las mismas. El ataque se produjo, según contaron, en dos fases. En la primera, la joven presentaba cortes en la mano izquierda, hematomas y cortes en los dedos, además de heridas en la zona facial. Producto, según los médicos, de que la joven había intentado defenderse, pese a que las contusiones eran "incisas y contundentes" y que recibió "múltiples golpes; entre 15 o 20". Y un segundo ataque [cuando el joven volvió a subir a su casa por segunda vez] que fueron directamente a la zona craneal. "Fueron muy fuertes y no son compatibles con la vida". Según los forenses, Saray podría haberse salvado si no hubiera habido un segundo ataque, "que fue mortal de necesidad" y que le produjo una muerte agónica.