El joven que mató a su vecina de la calle Pérez del Toro, Alberto Montesdeoca Pérez, deberá cumplir entre 15 y 20 años de cárcel como autor de un delito de asesinato con alevosía.

Un jurado popular declaró ayer culpable a Montesdeoca, de 20 años, por asestar a Saray entre 15 y 20 golpes con unas tijeras tipo cizalla, sin que concurra ninguna de las atenuantes ni eximentes planteadas por la defensa para tratar de aminorar la pena por asesinato. Ni adicción a los videojuegos violentos, ni brote esquizoide ni benevolencia por reconocer el crimen. El jurado ha rechazo de plano todos los argumentos esgrimidos por el joven estudiante de Ingeniería Informática para intentar eludir su responsabilidad penal.

El veredicto acoge por unanimidad todas las conclusiones del fiscal Pedro Gimeno, que desde el principio del juicio solicitó una pena de 20 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía. La acusación particular, en cambio, reclamaba cinco años más de prisión al considerar que Montesdeoca también se ensañó con Saray, pero el tribunal popular, basándose en las manifestaciones de los médicos forenses, ha rechazado esa circunstancia cualificada para agravar más la pena.

El castigo que finalmente impondrá el magistrado Miguel Ángel Parramón en su sentencia, por tanto, oscilará entre los 15 y los 20 años de prisión, que son la pena mínima y máxima previstas para el asesinato. Lo más probable es que la sanción se acerque más al máximo legal que al mínimo, dada la extrema gravedad de los hechos y la ausencia de atenuantes, tal como ha reclamado el fiscal al término del juicio.

El procedimiento sólo queda pendiente del pronunciamiento final del juez, aunque la defensa ha anunciado que recurrirá el fallo judicial porque no está conforme con el veredicto. La letrada apela a la enajenación mental transitoria para solicitar la absolución o, en su defecto, tres años de prisión, peticiones que han sido rechazadas por el jurado.

Saray, de 27 años, palmera, estudiante de Relaciones Laborales, sufrió el 27 de octubre de 2015 dos brutales agresiones con unas tijeras para cortar metal de 40 centímetros. El primer ataque fue de frente, nada más abrirle la puerta a su vecino, con tres golpes en la cara que la dejaron inconsciente en la entrada de su vivienda.

Montesdeoca estuvo a punto de volver a casa de sus padres en la planta de abajo tras esa primera agresión, pero regresó y golpeó a Saray "más de 10 veces" con la cizalla mientras estaba "inconsciente" e "indefensa en el suelo".

Ese segundo ataque fue el que causó la muerte de su vecina, pero el tribunal rechaza que Montesdeoca la volviera a golpear para aumentar su dolor y hacerla sufrir. ¿El motivo? Una cuestión técnica o de ciencia médica o de jurisprudencia, porque la víctima estaba inconsciente y, por tanto, no pudo sentir esa violencia extrema con la que la remató su vecino, según las conclusiones de los forenses, en las cuales se apoyan los nueve miembros del jurado para negar el ensañamiento. El acusado reveló a los médicos y a la policía que había regresado al piso para asegurarse de que Saray muriera y no le pudiera denunciar.

El tribunal admite que Montesdeoca era aficionado a los videojuegos violentos, en especial al League of Legend (LoL) y Multi Thef Auto: San Andreas, pero niega que tuviera una "gran afición" a los mismos, ni que se acostara a altas horas de la madrugada para practicarlos porque aspirase a convertirse en un jugador profesional.

Tampoco acepta el tribunal que Montesdeoca tuviera episodios violentos o crisis psiquiátricas previas a los hechos; o que haya estado en tratamiento por trastornos mentales o sufriera un brote puntual de violencia debido a su personalidad esquizoide y la supuesta adicción a la violencia virtual.

Es más. El jurado resta importancia al argumento de los videojuegos en el relato de los hechos probados. Esa tarde de octubre de 2015, sobre las 16.30 horas, Saray estudiaba para un examen y bajó al piso de Alberto porque le molestaba el ruido. Le pidió que dejara de gritar, pero el joven siguió con la partida y con el escándalo.

Luego, "por motivos que se desconocen", Alberto subió al piso de su vecina, pero Saray no le abrió y decidió subir de nuevo con la cizalla de su padre, que no estaba en casa. Tras la agresión, se limpió la sangre, se cambió de ropa y tiró las toallas a un contenedor. Sobre las 17.00 horas, cuando la compañera de piso de Saray volvió y la encontró moribunda, el acusado se hizo el sorprendido. Luego ocultó la cizalla en una maleta y se la dio a un amigo. La policía lo detuvo dos semanas después.