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La rueda del navegante

Diversas historias

El narcotráfico, desgraciadamente y aprovechando nuestra buena fe, hace uso de la información meteorológica de la Rueda para sus fines delictivos

Diversas historias

Desgraciadamente el narcotráfico vuelve a ser triste noticia en estas páginas.

Resulta indignante y lamentable que estos delincuentes e irresponsables se valgan de nuestra Rueda para hacer un viaje más cómodo y seguro. Si yo supiera lo que traen tengan por seguro que los metería en una profunda borrasca a ver si con suertecilla se los traga la mar.

Mi indignación es producto del uso que hacen del servicio meteorológico de la Rueda para sus fines delictivos. En una palabra, se aprovechan de nuestra buena fe y de la ignorancia de lo que realmente transportan: no regresan de un placentero viaje al Caribe, vienen cargados hasta las cejas de la maldita droga que tantas desgracias produce.

Este es el caso del yate Sara James, tripulado por dos vascos franceses que fue apresado en aguas próximas a Galicia. Venían desde algún lugar del Caribe que desconozco, pues nos contactaron varios días después de iniciado el viaje, con rumbo a las Azores. Arribaron a la isla de Flores y después de varios días de descanso y de efectuar algunas reparaciones pusieron rumbo a Galicia. Próximos a la llegada, con nuevos problemas en el motor, que ya venia rengueando y sin viento me comunican por radio que una lancha de la aduana los estaba remolcando. ¡Ingenuo de mí!. Les dije que felicitaran a los tripulantes de la lancha por tan generosa y desprendida ayuda. Lo cierto era que los estaban esperando.

Siempre tengo por costumbre pedirle a los yates que me confirmen la arribada a puerto, pues no es el primero que tiene algún accidente justo a la llegada después de un largo viaje en el que no le ha pasado nada. Por ello les solicito que me comuniquen por radio o por teléfono su cierta y segura llegada.

En este caso que hoy relato, no tenia noticia alguna del final de viaje del citado yate. Pero dio la casualidad que un amigo, compañero y navegante gallego me llamó para preguntarme algo que no recuerdo, y como nos movemos en el mundillo de la vela, en donde todos nos conocemos más o menos, le inquirí noticias del yate mencionado. Mi sorpresa fue tremenda al decirme que había sido apresado con mil kilos de cocaína y que sus tripulantes estaban lógicamente detenidos. Me envió por fax el recorte del periódico local con la noticia y la posibilidad de que la Escuela de Náutica de la Coruña, se quedara con el velero para sus prácticas.

Hoy no sabe uno con quién habla; no sabes si el compañero que tienes abarloado es un deportista o un traficante; no sabes que clase de sujeto será el que de una forma simpática y dicharachera te está pidiendo información meteorológica y contándote su viaje y aventuras; todos parecen buenos chicos, luego vienen los desengaños y tristeza: digo tristeza, porque estos chicos, por su forma de hablar y de expresarse parecían jóvenes; es algo que los veteranos de la radio, sin ver a una persona, podemos detectar. Efectivamente, eran jóvenes que por dar un pelotazo y poder seguir su aventura marinera con las ganancias, han destruido su vida para siempre. Me apenan sus padres y demás familia que estarán horrorizados de lo acontecido.

Estas cosas nos desaniman profundamente y dan ganas de tirar la toalla. No sé si un día el diablo la enreda y nos vemos empapelados o en entredicho; sabe Dios lo que nos puede pasar, mejor ni pensarlo, pero tampoco olvidarlo. Altino, nuestro magnifico corresponsal en Azores, también se tienta el cuerpo, pues a él también le han pasado cosas similares. Me dijo que estaba asustado y que un día "ficamos presos".

Tengo que recurrir a los amigos y navegantes de la Rueda para que me refresquen la memoria sobre anécdotas y sucesos acaecidos en nuestra larga historia.

Una llamada urgente de un yate italiano me alertó de que uno de sus tripulantes tenía la cabeza literalmente abierta por el terrible botavarazo producido en una trasluchada. Estaban a un día de las islas de Cabo Verde; me pasaron un teléfono de Roma, de una compañía de seguros, para que los llamara y contara lo acontecido. Esta firma me pidió todos los datos del suceso y a donde creía que iban a llegar para enviarles un avión ambulancia. Les manifesté que lo mejor era que lo mandaran a la isla de Sal, por tener aeropuerto internacional y que hacia allí encaminaría al yate para el rescate del herido que estaba completamente inconsciente. Me dijeron que inmediatamente daban ordenes para el despegue del avión. Lo comuniqué al yate y, hacia esa isla pusieron rumbo ayudados por el motor. Mientras tanto, también avisé a nuestro corresponsal, el amigo Pulú, con sede en Mindelo. Este se movió con gran rapidez y avisó a las autoridades de aquella isla para la evacuación inmediata hacia el aeropuerto al avión que en unas horas estaría por allí esperándolo para su regreso a Roma.

Horas más tarde, enfilaba el yate la entrada del pequeño puerto de la citada isla. Se trasladó el herido al avión, en donde los médicos ya se pusieron manos a la obra mientras calentaba motores para su rápido despegue hacia la capital italiana. Afortunadamente se salvó, pero no recuerdo si le quedó alguna secuela por tal accidente. Lo que sí sé es que le tuvieron que poner una placa metálica en el cráneo.

Otra llamada de no recuerdo qué yate, pero sí sé que era argentino, nos alertaba su patrón de que su esposa padecía fuertes dolores abdominales. Los puse en contacto con el Hospital Insular de Las Palmas que les diagnosticó una muy probable apendicitis. Se le dieron las instrucciones oportunas para evitar un agravamiento de la enferma, acostarla y ni moverse para nada de la cama; se le aconsejó el inmediato regreso al puerto más próximo para su operación.

El yate, afortunadamente hacía sólo un día que había partido del puerto de Praia en la isla de Santiago y capital de las islas de Cabo Verde. Avisamos nuevamente a nuestro amigo Pulú que movilizó a su familia en aquella isla. Al día siguiente, y navegando proa al viento y a la mar a motor, entraba en aquel puerto. Rápidamente la familia de Pulú, que los esperaba en el muelle, metió en su coche a la enferma y salieron zumbando para el hospital. Nada más llegar fue operada en el acto. El médico al salir del quirófano movió la cabeza y le dijo que había escapado de milagro pues estaba a punto de reventar el apéndice que ya supuraba; si tardan unas horas más y en las condiciones en que venía, en un bamboleante barquito, no lo cuenta. Repuesta de la operación y del susto, viajó junto con su pequeña hija a Buenos Aires en avión en donde esperaría a su esposo que hizo la travesía en solitario hasta aquella capital.

Es recomendable hacerse una revisión médica profunda antes de emprender un viaje largo. La vesícula, piedras en el riñón, corazón, por supuesto el apéndice y otras cosas no está de más darles un repaso. Si se lo hacemos al barco, ¿por qué no a nosotros mismos? Fue lo primero que hice, siguiendo los consejos de mi muy recordado y entrañable amigo, el doctor Cayetano Valle, antes de emprender mi solitario viaje a Venezuela.

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