La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Setas y hongos urbanos

Crecen en zonas altas y rurales de la capital, pero también en parques y jardines

Varios ejemplares de seta de cañaheja. LA PROVINCIA / DLP

Popularmente los hongos y las setas se asocian al campo pero en el entorno urbano también proliferan estas especies gracias a la diversidad de árboles y arbustos que crecen en los parques y jardines, así como de sustratos y a la abundancia de agua debido al riego de estos espacios verdes. Estas peculiaridades, sumadas a que en la ciudad se crea además una especie de microclima gracias al mantenimiento constante de una misma temperatura y humedad, da lugar a que los ejemplares de fungi se encuentren durante diversas épocas del año más allá del clásico otoño, aunque el pasado fue muy malo para encontrar especies, y durante un periodo de tiempo más prolongado que los que nacen en un ambiente más silvestre. Lo que parece un idílico espacio para su crecimiento no lo es tanto, sin embargo, para llevárnoslas a la boca desde el punto de vista gastronómico. No solo porque muchas son venenosas, sino porque al nacer en parques y jardines han absorbido todos los productos químicos con los que se cuidan estas zonas verdes de la ciudad.

La advertencia la hace el presidente de la Sociedad de la Sociedad de Micología de Gran Canaria, Vicente José Escobio García, un biólogo aficionado a este reino en el que se pueden encontrar especies comestibles, tóxicas y venenosas. Los hongos, que se nutren del sustrato del terreno, de la materia en descomposición o gracias a la asociación con plantas, nacen bajo la tierra mientras que lo que conocemos como setas no es otra cosa que el fruto de estos seres que nada tienen que ver con el reino vegetal ya que están exentas de clorofila para su supervivencia.

Solo en Gran Canaria hay más de 600 especies y cada día se localizan más gracias a los miles de esporas que fabrican para su supervivencia y que se transportan vía aérea de un lugar a otro; ocho de ellas son mortales. Pese a la gran variedad de plantas propias del Archipiélago, en el reino fungi hay pocos endemismos.

Salir al campo

Para buscar setas silvestres comestibles en la ciudad hay que subir a las zonas altas del municipio como los Altos de la Milagrosa, Tenoya, San José del Álamo, Tafira y San Lorenzo, colindantes con las Medianías, que están menos urbanizadas y donde es fácil encontrar zonas boscosas donde crecen numerosas especies como el popular nízcalo - Lactarius deliciosus-, conocido por su color anaranjado y que nace al amparo de la pinocha de los pinos.

Entre los ejemplares comestibles figura también la seta de cañaheja - Pleurotus eryngii-, muy común también en la Isla y de gran calidad desde el punto de vista gastronómico. No se trata de un endemismo isleño, aunque sí lo es la planta a la que se asocia para crecer -cañaheja-, un arbusto similar al hinojo, de nombre científico Ferula linkii.

Para localizar esta seta hay que ir también a las zonas altas y más rurales de Las Palmas de Gran Canaria ya que la planta crece entre los 300 metros de altitud a los 1.900 metros

Otro hongo que crece al amparo de una planta - el turnero; el Helianthemun can ariense- es la trufa del desierto, que aparece en lugares áridos y arenosos. Es muy conocida en todo el Archipiélago y ya el naturalista Viera y Clavijo hizo referencia a ella como "criada", tal y como se la conoce en Fuerteventura, aunque en lanzarote se la llama popularmente "Papacría".

Hace unas décadas se podía localizar en la zona de La Minilla y en el paseo de Chil, pero el crecimiento urbanístico impide ahora encontrar esta especie en la ciudad. Es lo que dice el presidente de la Sociedad de Micología de Gran Canaria, una entidad que nació en 1995 y cuyos miembros colaboran altruistamente con instituciones científicas en el estudio de las especies que encuentran en la Isla y en otras partes del Archipiélago.

Tal es el caso de la investigación que realizan desde el 2009 en el Jardín Botánico Viera y Clavijo, donde solo en la parte baja de este espacio, gestionado por el Cabildo grancanario, se han catalogado ya unas 63 especies diversas.

Las especies que encuentran los voluntarios en el Jardín Botánico se fotografían, se recolectan, deshidratan y se catalogan para el herbario que tiene la institución.

También realizan estudios en otros espacios naturales de la Isla como la finca de Osorio y en el barranco Los Cernícalos, así como visitas a colegios y colectivos que se lo solicitan para explicar lo variado de este reino.

El biólogo explica que en los parques y jardines de la ciudad proliferan también diversas especies a lo largo de todo el año por la abundancia de riego, pero advierte de que no son setas comestibles por la cantidad de productos químicos que se echa a estos terrenos para la fertilización, crecimiento y cuidado de las plantas y árboles.

La más abundante en estos lares es la conocida como apagador, que aparecen también en el interior de la Península y en el Mediterráneo. También el Chlorophyllum molybdites, conocido como parasol verde, que es muy venenosa.

"Son setas de verano porque proliferan de junio a octubre", cuenta el presidente de la Sociedad Micológica de Gran Canaria, que vuelve a advertir del peligro que supone su ingesta. En el caso del parasol verde, por ejemplo; muy típica en Estados Unidos, su proliferación en los jardines de Santa Cruz de Tenerife llegó a ser tan preocupante que incluso se llegó a contratar a un micólogo para ver cómo se podía erradicar. "No es nada fácil", cuenta Escobio, quien señala que en aquellos espacios verdes más consolidados de la ciudad, donde hay árboles más antiguos, es donde se suelen encontrar más especies debido a que los fungi tienen sustratos diferentes para alimentarse.

En el césped

Pueden hallarse setas en el césped, en la corteza de los árboles o a los pies del tronco e incluso en el estercolado. Algunas setas aparecen habitualmente en el césped, mientras que otras lo hacen de forma esporádica. Solo basta ser un poco observador para descubrirlos ya que algunas setas mimetizan con la madera de los árboles o se confunden con las rocas; o por su pequeño tamaño apenas sobresalen por encima del césped. Aunque algunos son fáciles de localizar por su atractivo color rojo, amarillo, verde e incluso violeta y negro o por su tamaño. El presidente de la Sociedad Micológica de Gran Canaria señala que en la micología urbana hay muchas especies y cada día se detectan algunas nuevas. Entre las curiosidades de este reino figura una seta nacida sobre una fregona en Santa Catalina.

Compartir el artículo

stats