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La Cícer reaparece

La marea vuelve a sacar a la luz los restos de la Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos de Guanarteme

La central eléctrica y Guanarteme en la década de los 50 del siglo pasado. LA PROVINCIA / DLP

La marea ha dejado al descubierto los muros de la vieja Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos, cuyas iniciales - Cícer- dan nombre a esta zona del popular barrio de Guanarteme y de la playa de Las Canteras. Sus restos se levantan hoy como testigos de la transformación urbana que ha experimentado este extrarradio de Las Palmas de Gran Canaria, convertido en el siglo XXI en una de los espacios más atractivos para los vecinos y el turismo gracias también a la nueva pasarela, inaugurada la pasada semana, y el centro deportivo y de ocio donde antiguamente estaba la central.

No es la primera vez que la marea ha puesto al descubierto los viejos muros de la central eléctrica, que dejó de estar operativa en los años 90 del siglo pasado. Ya en 2014 y 2015, la fuerza del mar retiró la arena que tapaba los pozos que se construyeron en los años 60 para refrigerar las turbinas de la fábrica.

El agua de mar canalizada llegaba desde los Muellitos hasta los motores de la central y se volvía a expulsar a la playa, aunque está vez calentita por los propios muros de la central lo que constituía todo un espectáculo para los vecinos de Guanarteme, que se remojaban en el sobrante como si se tratase de aguas termales. Así se recuerda en una de las páginas de la web miplayadelascanteras.com

El tema de la refrigeración de la central, construida por el ingeniero alemán Gustav Winter Klingele entre 1926 y 1928, fue siempre un problema desde el inicio de su funcionamiento como así relató en un artículo publicado en La Provincia (28-6-2015) el ingeniero Antonio Marrero Bosch, que trabajó en los años sesenta en la fábrica eléctrica. Ninguno de los sistemas de canalización que se habían instalado hasta entonces lograba atraer agua del mar a la central limpia de arena. Un problema que empeoraba a medida que la fábrica eléctrica necesitaba de más caudal para incrementar el suministro.

La solución estuvo en que el agua entrara en la caseta de bombeo por gravedad por lo que hubo que construir dos escolleras perpendiculares a tierra -hoy conocido como Los Muellitos- en la zona en que, a marea vacía, emergía más Barra. De este modo se formaba una ensenada en el que el agua del mar entraba limpia de arena a través de una galería subterránea bajo tierra hasta la caseta de bombeo.

"Esta obra de ingeniería, importante y pionera en Canarias en 1960, fue ejecutada por Agroman, cuyo delegado en Canarias, Manuel Hernández del Toro, ingeniero de caminos, realizó la obra con todo esmero y sin dificultades. La galería tenia cada 50 o 60 metros unos pozos de registro y Manuel Hernández aplicó para construirlos el sistema de pozos indios -un pozo circular de hormigón armado que se iba hundiendo por su propio peso, hasta que encontraba el firme de arcilla- a uno cuatro o cinco metros por debajo del nivel de la bajamar-", explicaba en el artículo.

Las Escuelas de Surf plantearán al Ayuntamiento la retirada de los cimientos de la vieja fábrica por el peligro que supone para surfistas y bañistas, al margen de que la marea los esconda.

El concejal de Ciudad de Mar, José Eduardo Ramírez, señaló esta semana a este periódico que el Ayuntamiento tiene "intención de quitarlos". La concejalía se ha puesto de acuerdo con Urbanismo para llevar a cabo un estudio técnico que determine el coste que supondrá la retirada de los cimientos de la Cícer y el valor patrimonial que desde el punto de vista industrial puedan tener los vestigios de la fábrica eléctrica. Además de ver cuál es la mejor época para su retirada.

Las críticas sobre el peligro que suponen los restos de la central eléctrica para surfistas y bañistas arriaron el mismo día en que la pasarela del paseo marítimo se presentaba oficialmente, pese a no estar acabada toda la obra ya que están pendientes aún de terminase los locales de la Cruz Roja, el Balneario y el de las escuelas de surf, así como la nueva caseta transformadora de la luz. Curiosamente, los muros de la vieja central podían apreciarse perfectamente desde la avenidad paralelos a la pasarela-

La historia de la Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos (Cícer) comienza en 1926 bajo la dictadura de Primo de Rivera, que alentó al capital nacional a invertir en industrias necesarias para el progreso del país en un mercado en el que, como en otros de aquella época, primaba el dinero extranjero. Así se cuenta en Historia de la electricidad en Canarias, escrito por universitarios y supervisado por el profesor Lorenzo Doreste (1996).

Desde mediados del siglo XIX, la ciudad se había iluminado con lámparas de aceite y de belmotina -un refinado de petróleo- hasta que comenzaron a funcionar las primeras compañías eléctricas de capital extranjero. Una de esas empresas fue la Cícer, instalada casi a pie de playa en unos terrenos de Guanarteme, pertenecientes entonces al municipio de San Lorenzo; entonces limítrofe con la capital a la altura de Peña La Vieja.

La central eléctrica ocupó 6.500 metros cuadrados en una zona llena de dunas y sin urbanizar, pero donde se asentaban ya las primeras viviendas de lo que sería el posterior barrio de Guanarteme, que en 1937, en plena Guerra Civil, fue anexionado a la capital.

La central, inaugurada el 12 de octubre de 1928 con el nombre de Alfonso XIII, producía 12.500 caballos de vapor, pero la compañía compartía mercado con la inglesa City of Las Palmas Water and Power y con la belga SociedadEléctrica de Las Palmas (Selp). Finalmente, será la Cícer la que se haga con el alumbrado público de la ciudad.

En 1929, los grupos empresariales norteamericanos Foreign Trade Securities and Company y J.G. White and Company consiguen el control de la Cícer que, junto a otro conglomerado de empresas, dan lugar a los años 30 a la Unión Eléctrica e Canarias (Unelco).

Hasta la Guerra Civil la empresa utilizó carbón para producir electricidad, pero con los problemas de suministro, se optó por el fuel-oil. También se utilizó gas. El suministro eléctrico a la población no fue del todo correcto hasta mediados de los años 50.

La compañía suministraba entonces el 99% del alumbrado público y el 50% del consumo privado.En 1969, el Instituto Nacional de Industria (INI) entra como accionista mayoritario en la empresa, lo que supuso el despegue empresarial de Unelco en el territorio, originado también por el crecimiento demográfico y económico de la Isla.

Hasta la construcción de la central de Jinámar (1972), la Cícer fue un referente en la ciudad. El suministro de la central comenzaría a decaer en cuanto se incrementó la potencia y los equipos de la de Jinamar, así como la aparición de nuevos sistemas para producir electricidad. La central estaría, sin embargo, en uso hasta bien entrado los 90, aunque funcionaba ya como servicio de emergencia.

A principios de la década de los 90 la idea de prolongar el paseo marítimo de Las Canteras- que entonces finalizaba a la altura de la calle Portugal- hasta El Rincón, donde se proyectaba la construcción del Auditorio Alfredo Kraus, emerge entre los responsables políticos pese a que la central eléctrica, así como diversas casas privadas se interponen en el proyecto.

El Ayuntamiento -entonces dirigido por Emilio Mayoral- opta por la expropiación y en 1994 firma un convenio con Unelco en el que la compañía cedía los terrenos para la ampliación del paseo a cambio de un edificio de cinco plantas en la misma zona y un aparcamiento público bajo el paseo. Es el inicio del conocido como mamotreto.

La central eléctrica se tira, pero Unelco logra mantener una subestación en la parcela. Mientras, se prolonga el paseo y se construye el edificio de oficinas y de aparcamientos que, en 2001, logran paralizar los vecinos al recoger más de 10.000 firmas, celebrar movilizaciones y presentar una denuncia ante la Unión Europea porque el proyecto del paseo se había comido parte de la playa.

El Ayuntamiento -el alcalde era José Manuel Soria- intentó que Unelco cambiara su ubicación por otra parcela en la ciudad, pero la compañía exigía una fuerte indemnización. Finalmente, abandona la Cícer al construirse el emblemático edificio Woerman.

En 2003 se inicia el proyecto de construcción de un equipamiento deportivo y de ocio para los vecinos, con la colaboración público y privada, en la parcela de la vieja central eléctrica. Y, posteriormente, en 2016 el retranqueo del paseo y la nueva pasarela que han dado una vuelta de tuerca a este tramo del paseo de Las Canteras. Acabando así con el popular mamotreto.

Los vecinos de Salvar la Cícer afirman, sin embargo, que no pararán hasta que la subestación de la Cícer se traslade y exigen al Ayuntamiento que actué después de que los tribunales hayan reconocido que está ilegal. Entonces, dicen, será un día para alegrarse por el cambio que ha experimentado la Cícer.

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