El IES Isabel de España, uno de los centros educativos señeros de la capital, y por ende de la historia de la Educación en Canarias, perdió esta semana a uno de sus antiguos directores, José Doreste Abreu, a los 90 años de edad. Doreste, catedrático de Griego, pasó 30 años de su vida profesional en el liceo por lo que varias generaciones de mujeres canarias se formaron bajo su tutela, debido a que el instituto fue durante algunas décadas femenino. Dirigió el centro entre 1978 y 1982.

El instituto, con más de 980 alumnos en este curso escolar y centro preferente para alumnos con discapacidad motora, celebró en 2016 su medio siglo de vida, pero el profesor Doreste Abreu no pudo asistir a su fiesta, porque ya se encontraba enfermo, aunque fue invitado. Así lo indicó ayer la directora del centro, Teresa González, que no tuvo la oportunidad de conocer a José Doreste Abreu en una fecha tan señalada para el centro académico, donde muchos exprofesores y exalumnos de diferentes épocas se encontraron de nuevo.

Profesores y personas que conocieron al catedrático de Griego, que también dio clases en los colegios Viera y Clavijo, Dominicas y Jaime Balmes al inicio de su carrera profesional y fue inspector de Educación, destacan de él su gran formación académica, su buen talante y predisposición a colaborar en lo que fuera, además de ser un gran trabajador, mientras señalan que no se le ha hecho el suficiente reconocimiento público, dada su formación academicista y su gran labor educativa, en una época en el que el nivel educativo era muy bajo y las aulas estaban masificadas.

El exprofesor y exdirector del IES Isabel de España, José Luis Ardoy, señalaba ayer que era una persona "muy preparada, con unos conocimientos increíbles", que sabía incluso hablar en griego antiguo, debido a su formación académica -estudió Filología y Letras en la Universidad de La Laguna-.

Precisamente, estos conocimientos le salvaron en Grecia de un problema monetario durante un viaje que le regalaron sus compañeros y estudiantes con motivo de su jubilación en el año 1993. "Le hicimos un homenaje en Santa Brígida, y asistieron 250 personas entre alumnos y profesores; prueba del fervor y la estima que se le tenía. Le regalamos un viaje a Grecia para dos personas; no había ido nunca allí, porque no le gustaba el avión. En Grecia tuvo un problema con la tarjeta de crédito y entró en un banco. No se entendió con el cajero y se puso entonces a hablar en griego antiguo a ver si le entendían. El cajero quedó tan sorprendido que le pidió que hablara para todos sus compañeros porque era increíble que alguien hablara en griego antiguo. Y él lo hizo sin ningún problema".

Ardoy, inspector de la Consejería de Educación, recordó que conocía muy bien la legislación educativa y que siempre que había alguna duda se acudía a él. También destacó que era un trabajador incansable, tanto es así que estuvo hasta los casi 70 años impartiendo clases hasta que se jubiló.

"No tuvo ningún problema en que después de ser director volviera a incorporarse como docente de a pie. En uno de sus últimos cursos daba muy pocas horas de clase, porque apenas había alumnos matriculados en griego y en latín; un día entró en el despacho y me dijo que eso no era trabajo para un hombre. Tuvimos que desdoblarle una clase de latín para que diera más horas", añadió Ardoy, que le sustituyó como director en el centro.

Su interés por seguir aprendiendo no cesó a pesar de la jubilación. Era un lector empedernido y poseía una importante biblioteca, además de ser muy aficionado al ajedrez.