El Ministerio Fiscal pide 10 años de prisión e inhabilitación absoluta a José Brito, vecino de Las Palmas de Gran Canaria, y presunto autor de abusos sexuales con acceso carnal a su sobrina política, cuando esta tenía entre 8 y 13 años. Además, en caso de ser acusado tendría que abonar las costas y una indemnización de 50.000 euros por daños morales a la víctima. Los hechos ocurrieron en fechas indeterminadas entre los años 2002 y 2007. Por esto, la perjudicada aseguró ante el tribunal que denunció los hechos a la Policía "no por mí, porque el daño ya está hecho, si no para que no le pueda hacer lo mismo a su nieta". El magistrado Salvador Alba será el encargado de redactar la sentencia en los próximos días.

C. R. rememoró ayer ante el tribunal los hechos por los que acusa a su tío político. El primer episodio de abusos que recuerda se inició en un parque de Las Torres junto a la casa de su abuela, lugar al que acudía toda la familia cada fin de semana. "Me dijo que fuéramos a su casa que estaba cerca, allí me dio una gameboy, y luego me besó, me desnudó y me penetró por la vagina y por el ano", relató la joven. Tras el acto, la víctima afirmó que su tío le pidió que "no se lo contara a nadie".

"¿Qué haces con las bragas al revés?", aseguró que le preguntó la madre al volver aquel día a casa, a lo que contestó, "no sé, tú sabrás que me vistes", afirmó la joven durante la vista. Escena similares se volvieron a repetir en sucesivas ocasiones. Ante la pregunta de la Fiscalía sobre "con quién iba al parque", la joven respondió que ella iba sola por la cercanía del mismo a casa de su abuela.

No obstante, su padre reconoció ante las preguntas del fiscal que ella nunca fue sola, siempre en la compañía de un adulto, pues carecía de amigos en el barrio. La defensa se ha intentado agarrar a esta contradicción en el relato. La madre de la chica prefierió retirar su testimonio, un hecho que reprochó el letrado. "¿Cómo no se va a dar cuenta una madre de tales hechos si la revisaba? ¿Por qué no ha venido?".

El acusado, durante su alegato, negó todos los hechos que se le incriminan y definió la relación con su sobrina, en ese entonces, como "buena". "Siempre había gente, nunca nos quedábamos a solas", aseguró. Asimismo, afirmó que nunca le dijo a la niña que se había hecho la basectomía, por lo que no corría riesgos, algo que la joven defiende que sí se lo dijo. "Lo sabría porque era un tema recurrente en las conversaciones", apuntó.

La joven describió otros episodios en el restaurante donde trabajaba el acusado, en la playa y en su trastero. Lugar donde, "dejó los candados cerrados por dentro, mi primo me preguntó entonces por ellos, se extrañó", apuntó la presunta víctima. Su familiar, hijo del acusado, negó ayer tal situación.

Un hecho clave en la investigación

Uno de los hechos que mejor recuerda, clave en la investigación, ocurrió en el hotel Mirador, en Sonneland, en el verano de 2007. Se trata de la última vez que la chica sufrió abusos por parte de su tío cuando ella tenía unos 13 años. En aquella ocasión ambos subieron por el ascensor a la habitación a buscar la ropa, pues estaban en bañador, para ir a merendar luego al restaurante del hotel. Una vez allí el acusado penetró a la joven.

Entre tanto, la esposa de este subía por las escaleras, pues sufre de claustrofobia, tal y como corroboró ella misma en la vista. La mujer tocó entonces a la puerta y preguntó si José se encontraba allí. Según la joven, el hombre inventó una cohartada en la que él se escondía en el baño. El presunto agresor desmintió tal suceso. En su lugar apuntó que entró a la habitación de la joven para recoger una blusa que se había dejado allí y entró al baño porque le entraron ganas de ir.

La esposa del acusado respaldó esta última versión, en tanto en cuanto, afirmó que ella también recogió su propia ropa. Tras esta descripción, la joven respondió a una de las preguntas de los letrados que su tía "sospechaba", y, una vez en la piscina, esta le preguntó si su tío Pepe le había hecho algo. La mujer desmintió tal pregunta. Desde entonces, la denunciante asegura que no se volvieron a repetir las agresiones.

Años después vio en casa de su abuela como el acusado tenía en brazos a su nieta en 2016. "Eso fue lo que me hizo atreverme a denunciar, perdí el miedo", subrayó al tribunal. Reconoció además que en los últimos años ha sufrido fuertes ataques de ansiedad que la han obligado a asistir a un psicólogo. El doctor Lamela indicó al Tribunal que su paciente sufre un trastorno de la personalidad límite. Una patología que le ha provocado situaciones de inestabilidad y un aumento de peso de hasta 30 kilos por atracones; además de conflictividad en el sexo, algo que se podría relacionar con unos abusos.

Las forenses Eva Bajo e Idaira Batista resaltaron que la posible víctime sufre de un trastorno y fobia social, con miedo a una vida sexual normalizada. "Sus hechos son verosímiles", apuntó Bajo, en referencia al convencimiento y buena argumentación con la que relató su historia. "Sus problemas pueden ser derivados de una mala experiencia sexual, no hay razón para que no pudieran ser reales", detalló la médico.