La solidaridad volvió a pasear ayer por Las Palmas de Gran Canaria. Y es que como cada primer viernes de abril desde hace ya varios años, voluntarios y trabajadores de la Ciudad de San Juan de Dios salieron a la calle en su tradicional cuestación anual en busca de donativos con los que poder mejorar la calidad de vida de los cientos de personas con discapacidad que reciben atención en sus instalaciones. En esta ocasión, el objetivo es poder finalizar la remodelación del Colegio de Educación Especial para adaptarlo a las necesidades de los usuarios que hasta no hace mucho tenían que realizar su aprendizaje en este centro que desde 1972 no había podido ser sometido a ninguna reforma.
"Parte de la obra está ya hecha. Se han tirado los tabiques por completo y se ha colocado una nueva instalación eléctrica, pero todavía tenemos que levantar aulas nuevas con una disposición distinta a la que tenían anteriormente, que era más clásica, y mejorar así la calidad del trabajo que se desarrolla con nuestros usuarios", explicó la gerente de la entidad, Rafaela Ariza. Un proyecto para el que la organización necesita en torno a un millón de euros de financiación que, en parte, también han conseguido a través de subvenciones. Aún así, la orden todavía necesita 673.035 euros para poder acabar la intervención. Es ahí donde entra la sociedad grancanaria.
"El pueblo canario es el que hace que la obra siga viva ya que siempre se ha volcado con nosotros y por ello le estamos muy agradecidos", aseguró el superior del centro, el hermano Rafael Cenizo, que ha regresado 18 años después a la Isla donde ya estuvo destinado desde 1995 hasta el 2000. La colaboración ciudadana es tal, que aún en la época más fuerte de la crisis económica que ha sufrido el país, "la gente siguió ayudando mucho en cada campaña", apostilló Ariza. Esto ha hecho que en cada cuestación anual se recaude una media de 30.000 euros que en ediciones anteriores contribuyeron al desarrollo de distintas iniciativas como el huerto ecológico y vivero, la escuela infantil, nuevas tecnologías, becas, respiro familiar o cooperación internacional, entre otras.
Para esta ocasión la orden colocó ayer un total de 38 mesas por toda la ciudad para poder continuar con la difusión de la labor que realiza la Ciudad de San Juan de Dios y, al mismo tiempo, apelar a la solidaridad de los viandantes.
A pesar de no tener muy claro si lleva algo suelto en el monedero, Estrella García se detiene a buscar algo. Unos segundos son suficientes para dar con algunas monedas que van directas a la hucha que lleva una de las voluntarias. "Con ellos y con Aldea Infantiles colaboro siempre porque trabajan con niños y los niños son mi debilidad", asegura quien sueña que algún día todos los pequeños del mundo tengan "todas las necesidades cubiertas y las mismas oportunidades en la vida".
Quien también se detuvo delante de la Comandancia de la Marina, donde estaba instalado uno de los puestos de la entidad, fue Alicia Alonso. La mujer no dudó también en colaborar con una aportación económica para la causa. "Lo hago siempre que puedo", aseguró. En este caso, además, le mueve el hecho de conocer de primera mano el trabajo que hace la organización cuyas instalaciones visitó en una ocasión junto a su hijo en una excursión que hizo este con el colegio.
José Ortigoza también ha tenido contacto con la Ciudad de San Juan de Dios a donde tuvo que ir en numerosas ocasiones como chófer de autoridades. "Alguna vez también lo hice por mi cuenta", contó. En cualquier caso, la misión que allí desarrollan le motivó ayer a contribuir con algo de dinero. Una ayuda que será bien valorada y empleada en quienes más lo necesitan.
