1478. Arena, inmensas dunas de arena era todo lo que aquellos hombres capitaneados por Juan Rejón pisaban aquel caluroso día 24 de junio tras desembarcar en Las Isletas. Arenales dorados cuya superficie continuaba hacia el Sur, casi hasta un río, llamado Guiniguada, lleno de palmeras. 

Agua y madera, madera y agua, pensó el capitán Rejón cuando llegó a aquel lugar; agua del río para abastecerse, y madera de las palmeras para edificar el real, protegerse y emprender la conquista desde un lugar seguro.

1957. Arena, agua y madera, base fundacional de Las Palmas de Gran Canaria, fueron, cuatro siglos y medio después, base, junto a la arpillera, del futuro. Un futuro que tenía mucho de pasado, porque es en el pasado donde se cimenta el hoy, y se proyecta el mañana. Así lo pensó quien nos acompaña esta noche a través de su mayor legado, sus obras, las famosas arpilleras, y a quien homenajeamos visualmente 50 años después de su fallecimiento: Manolo Millares Sall, uno de nuestros artistas plásticos más universal.

Distinguidos y distinguidas, delegado del Gobierno, presidente del Cabildo, concejales de la Corporación municipal, autoridades civiles y militares, familiares que nos acompañan, buenas noches.

Nos encontramos de nuevo esta tarde-noche del 23 de junio para conmemorar el aniversario de la fundación, hace 544 años, de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad Real de Las Palmas.

Conocer, como conocía Millares, el pasado, es fundamental para construir sobre él nuestro presente e imaginar el futuro. Cada víspera de San Juan, echamos la vista atrás para recordar nuestros orígenes como ciudad, desde que fuera fundada hace más de cinco siglos. Pero también imaginamos, en los fuegos de la mágica noche, el futuro de Las Palmas de Gran Canaria, que se nos presenta misterioso e ilusionante.

Un futuro que hemos construido como si nuestra ciudad fuera una arpillera, en la que el paso del tiempo se pliega, encoge y sobresale, evidenciando el pasado de nuestra capital y sus gentes, sobre el que cada uno de nosotros, trazamos nuevas líneas; rojas, blancas, negras y de otros colores, que dan vida presente a la arpillera convertida en ciudad. 

El artista se fijó en los tejidos aborígenes que envuelven las momias del Museo Canario para realizar sus obras más conocidas, texturas pasadas que sirvieron para crear el informalismo futuro, vanguardista y atrevido. 

Hoy, nosotros nos fijamos también en el ayer para seguir creando ciudad; recordando nuestra fundación para hacer balance de lo construido y soñar con lo que todavía podemos hacer. 

Las Palmas de Gran Canaria es hoy una urbe de contrastes, lugar de encuentro, vanguardista y crisol de culturas, que desde el Guiniguada se extendió en los cuatro puntos cardinales, creciendo en su istmo, litoral y campo, coloreando colinas, y abrazando el mar. Convirtiéndose, en definitiva, y gracias a nuestro Puerto de la Luz y de Las Palmas, en una ciudad-mundo, en la que la creación, la imaginación y el arte en todas sus manifestaciones encontraron perfecto acomodo, dando como fruto ejemplos como el de Millares, quien en su obra y en su propia vida personificó a la perfección lo que significa ser ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria.

Manolo Millares Sall se identificó por su vida de compromiso social a través del arte, y, por supuesto, por su obra plástica, innovadora y vanguardista, a la par que internacional. Un isleño que demostró que ser ciudadano de esta ciudad, es ser ciudadano del mundo, imbuido por la cultura, el cosmopolitismo, por sus raíces, y por las ansias de futuro. Un espíritu inconformista que creo sigue identificando a los hombres, mujeres y entidades que hoy, como Millares, son homenajeados y galardonados en esta casa de la cultura que es el Auditorio Alfredo Kraus, haciendo honor a su vez a quien llevó también el nombre de Las Palmas de Gran Canaria por todo el globo, en su caso a través de la música.

Es esta, por lo tanto, una noche de recuerdo, orgullo y reivindicación de nuestra ciudad y de quienes han hecho de ella lo que es hoy, y lo que puede llegar a ser.

Una ciudad que, como el artista, se preocupa por la sociedad contemporánea, por sus ciudadanos, como ejemplifican las entidades y personas que por su profundo compromiso social han sido merecedoras del más alto reconocimiento que puede dar el municipio, la Medalla de Oro y el Título de Hijo Adoptivo o Predilecto de nuestra ciudad. Así lo han hecho, por ejemplo, los integrantes del UP2U Project, Depende de Ti, cuya labor en favor de la educación en valores y la integración de los niños en riesgo de exclusión y con problemas de conducta ha llegado a más de 1.400 beneficiarios y alcanzado el 80% de reinserción; una construcción de ciudadanía y compromiso social a la que se suman, sin lugar a dudas, entidades como la Fundación Piel Sana y el Colegio Oficial de Licenciados en Educación Física en Canarias que, poniendo el foco en la salud, han desarrollado respectivamente una labor clave en la concienciación de la necesidad de cuidarnos. Un cuidado al que se suma, desde la perspectiva de la sostenibilidad ambiental el colectivo ecologista BEN MAGEC cuyo legado en la protección de nuestros paisajes y la reivindicación de nuestro patrimonio natural y cultural a lo largo de estas décadas le preceden, y al que le debemos, por ejemplo, la conservación de Veneguera. La formación, asimismo, ha sido y es crucial para adquirir ese compromiso social, y es aquí donde el Centro Integrado de Educación Superior y la Universidad Nacional de Educación a Distancia destacan en sus trayectorias, como centros formadores de educación superior y universitaria, facilitando el acceso a quienes quieren formarse para cambiar el presente y seguir proyectando el futuro; una tarea que también ha realizado desde su posición como profesor y exrector de nuestra Universidad pública, Rafael Robaina Romero. Asimismo, en ese compromiso social, la lucha por los derechos de la ciudadanía se torna fundamental para entender el progreso de la ciudad, y es ahí donde destacan Lorenza Machín, en su intrincada lucha como sindicalista y feminista; qué decir de Rafael Marrero “Feluco”, al que seguía en mi juventud revolucionaria como líder de brega obrera. Y, cómo no, también la mujer que, he de reconocer, me abrió los ojos a la crudeza de aquellos que carecían de un techo digno donde vivir, en esa lucha irrenunciable por la vivienda; esta es la persona que con su tesón me enseñó de verdad, con crudeza, la ciudad donde había yo nacido: María Puig Barrios. A todos ellos y ellas, personas e instituciones, darles las gracias y mi más sincera enhorabuena como merecedores de ser galardonados esta noche.

Si algo identificó, además de su compromiso social a Millares, fue su voluntad innovadora, de cambio y de vanguardia; cualidad que también han identificado en otras esferas, a ciudadanos como Francisco Ortega, Javier Puga y Pablo Barbero Sierra. Ortega destacó en el sector cafetero, consiguiendo grano a grano, que un pequeño negocio de Guanarteme se convirtiera en una gran empresa referente en medio ambiente, compromiso social y calidad, como ha hecho Javier Puga desde las responsabilidades que ha ocupado convirtiéndose en referencia en el sector empresarial, apostando por los productos locales y comprometido con la innovación y la promoción digital de las empresas que han estado bajo su mando. Barbero Sierra, por su parte, ha sido sinónimo de compromiso y duro trabajo por hacer de Las Palmas de Gran Canaria una ciudad abierta al turismo de calidad, pues desde sus responsabilidades en el ámbito privado y público dejó un legado que ha ayudado, indudablemente, a hacer de la nuestra una urbe ejemplar turísticamente, tejiendo lazos con el exterior y convirtiéndonos en capital de cruceros. Siempre le recordaremos.

Mientras que Barbero tejió lazos con el exterior para situarnos en destino de cruceros, Millares tuvo la voluntad siempre de tejerlos con sus compañeros, como hiciera con Los Arqueros del Arte Contemporáneo en esta ciudad o con el icónico grupo El Paso en Madrid, en el que, junto a su conciudadano y amigo Martín Chirino y otros artistas, tuvo como objetivo renovar el panorama artístico que la posguerra había paralizado. Es en la unión y en la convicción donde residen en parte las fuerzas, algo que también han tenido claro dos organizaciones señeras que hoy son merecedoras de la Medalla de Oro de Las Palmas de Gran Canaria, FEMEPA y la Zona Triana, ambas distinguidas por su trayectoria como organizaciones empresariales y comerciales que han apostado por la unión para hacer frente a los retos de sus sectores, el metal en el caso de FEMEPA, y el desarrollo de la zona comercial abierta de Triana, arteria urbana del pasado que se ha convertido en vector de presente y futuro del comercio en nuestra ciudad. A todas ellas, personas y entidades distinguidas, por su carácter aglutinador e innovador, enhorabuena.

Honores y Distinciones de Las Palmas de Gran Canaria 2022

Compromiso social, innovación y unión, identifican por tanto a Las Palmas de Gran Canaria, representada por los galardonados de hoy y por el artista cuyo fallecimiento recordamos. Una tríada que se relaciona estrechamente con la apertura de nuestra ciudad a las reflexiones, culturas e ideas que nos han llegado gracias, sin duda, a nuestro puerto que ha sido y es puerta al mundo.

El propio Colón, según las crónicas, recaló en La Bahía de Las Isletas, antes de que fuera Puerto de la Luz, en su camino hacia el Nuevo Mundo, al encuentro de unas culturas que consideramos en parte hermanas y conocemos gracias a la inmensa labor de una de las galardonadas, Elena Acosta, que en sus años como directora de la Casa de Colón ha defendido la vinculación de nuestra ciudad con América y nos ha acercado el importante papel de Canarias como plataforma tricontinental.

América y Canarias, desde el siglo XV, han estrechado lazos, siendo muchos los vecinos de esta ciudad que han recalado en puertos americanos y muchos los americanos que han recalado en nuestras Islas, como verdaderos hijos adoptivos del Archipiélago. Esta unión y hermandad entre culturas se personifica a la perfección en la figura de Isabel Prinz, periodista y actriz, quien en lugar de ir desde Canarias hacia América como hiciera Colón, vino desde el continente, concretamente desde Venezuela, a criarse con sus padres, originarios de Las Canteras y Alcaravaneras, a nuestra ciudad, convirtiéndose en hija adoptiva de Las Palmas de Gran Canaria, como así le reconocemos. 

Fue en ese entorno del istmo que vio Colón, lugar de llegada y partida de muchos vecinos hacia el continente de nacimiento de Prinz, donde Millares tuvo su primer estudio en el que, a través de los ventanales que miraban al puerto desde Albareda 34, se asomó al mundo y encontró la inspiración en los prolegómenos de lo que sería una carrera artística breve pero fecunda. El Puerto y La Isleta constituyeron y constituyen un microcosmos de idiomas diversos, sabores exóticos, movimientos frenéticos, intercambios y luchas sociales; un ambiente propicio para el artista y para la creación cultural. 

Si fue ahí, como decimos, donde el artista plástico encontró su inspiración, también lo hicieron tres de los galardonados de hoy, José Falcón Martín y Tino Montenegro, nacidos en La Isleta, y Dania Dévora, quien vio en el Puerto de La Luz la clave para situarnos en la referencia de música de encuentro y raíces. 

José Falcón siempre ha luchado y reivindicado a La Isleta, su Virgen del Carmen, y a sus vecinos, que identifican en él ese carácter de tradición y encuentro que constituyen las fiestas de los barrios de nuestra ciudad, y sobre todo, de nuestro puerto. Fue en ese mismo lugar, además, por su condición de cruce de caminos y mentalidades, donde surgió la fiesta internacional más importante de nuestra ciudad, el Carnaval. Un emblema que no entenderíamos sin la participación de Agustín Montenegro, Tino, cuyos diseños ejemplifican el arte vinculado a las fiestas, y cuya labor en pro del folklore y la cultura reconocemos. Y si el Carnaval es internacional, también lo es la música que nos convoca cada año para encontrarnos con otras culturas y pueblos, para crear comunidad traspasando fronteras a través de las notas en el marco incomparable del WOMAD, el festival internacional de música de raíces, cuya promotora en nuestro país, Dania Dévora, hija de nuestra ciudad y puerto, es hoy también premiada. 

A todos ellos, les reconocemos su labor por la cultura y su condición de hijos adoptivos y predilectos de nuestra ciudad. Mi más sincera felicitación.

Compromiso, unión, innovación y cultura, sustantivan la obra de Manolo Millares y se reflejan, como hemos podido comprobar, en el legado de quienes hoy se encuentran con nosotros para ser homenajeados. Escribiendo todos ellos, con acento y dialecto canario e internacional, como querrían y reivindicarían José Antonio Samper Padilla y Clara Eugenia Hernández Cabrera, una parte de nuestra historia como ciudad, un texto conjunto y participativo en el que manifestamos nuestro orgullo de ser ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria; como comprobamos en la obra de uno de nuestros escritores actuales más laureados, Alexis Ravelo, quien recorre a través de sus novelas, el apasionante paisaje e idiosincrasia de nuestra ciudad.

Y permítanme terminar no en 1478, año de nuestra fundación, o 1957, cuando se expusieron las primeras arpilleras, sino en este año, 2022, el presente, 50 años después de que falleciera Millares en 1972. Año en que nací, en el Hospital San José, en la Playa de Las Canteras. Nuestra arena es ahora el compromiso y la unión, nuestra agua quienes hoy homenajeamos, nuestra madera, la cultura, y nuestra arpillera, Las Palmas de Gran Canaria. 

Porque sí, Las Palmas de Gran Canaria ha cambiado mucho en estos cincuenta años. Permítanme decirles que a mejor. Con perspectiva todo se ve distinto. Ese es trabajo de historiadores, filósofos y politólogos, como el que les habla. Y de artistas, como no. Dijo Millares antes de morir que sus arpilleras eran, naturalmente, algo del pasado, pero que le permitía entrar en el presente y adquirir conciencia de ello. Él hablaba de destrucción y amor caminando de la mano, del sufrimiento del ser humano. Esos humanos que, viviendo en ciudades como la nuestras estamos obligados a hacer prosperar o perecer. Ese es nuestro sino. Los gobernantes, representantes en democracia de la voluntad de los ciudadanos debemos proponer, hacer, trasformar o retroceder.

Además, deben leer la realidad en la que están presentes, para modificarla, retorcerla si es preciso, como si de una arpillera se tratase, para hacerla avanzar, esto es, para que la gente adquiera mayores cuotas de felicidad, para conquistar mayores espacios de libertad. Y hacerlo sin necesidad de renunciar al pasado, como nos dijeron estos artistas de la informalidad, Millares, Chirino,… para caminar por la senda de la sostenibilidad ambiental y prosperidad humana.

Todo esto conscientes de nuestra finitud. No solo física, sino social. Recordarnos siempre, a nosotros mismos, que cuando ostentamos una representación colectiva nuestra presencia debe ser efímera. El objetivo pueden ser nuestras ideas, pero no nuestra permanente presencia para defenderlas. Nosotros llegamos y nos vamos. Así debe ser. El objetivo es que, en el futuro, los historiadores, filósofos, politólogos o artistas nos digan si hemos dejado huella.

Nosotros y nosotras, ciudadanos y ciudadanas de esta maravillosa ciudad, capital del Atlántico Medio y cruce de caminos y culturas, debemos ser inconformistas y continuar entrelazando los hilos de nuestra arpillera común, para seguir contando años y logros a nuestras espaldas, reivindicando nuestro pasado, pero, sobre todo, trabajando en el presente para conquistar el mañana. Continuemos haciendo de Las Palmas de Gran Canaria una metrópolis cultural, una ciudad justa y sostenible, diversa y abierta al mundo, que no deje a nadie atrás. Como el propio Millares escribió: “Soplemos los vientos del futuro para que vuele la cometa de nuestros sueños”.

Buenas noches y ¡feliz San Juan!