Tiene tan solo un año y siete meses y ya pesa 250 kg. Vive en la misma casa que sus dueños y Simba es un miembro más de la familia. Solo en su alimentación se gastan 500 euros al mes. Se mete en la cama de sus dueños para dormir y ahí no faltan los arrumacos a su dueña. Cuanto solo tenía tres meses el destino de Simba estaba en un circo, pero Mada y Eloy, una pareja de Olot, un pueblo de Girona, lo rescató. Desde ese día han convertido su finca en una auténtica reserva natural.