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El derrumbe amarillo

La UD se cae a las puertas de una final

Técnico y jugadores muestran síntomas de derrumbe justo antes del partido trascendental ante el Dépor

Paco Jémez, anteayer en el Gran Canaria. QUIQUE CURBELO

La UD se ha derrumbado a las puertas del partido más importante de la temporada. Cuando parecía que había logrado abrir una senda correcta para la salvación, el camino se ha obstaculizado por el derrumbe de un equipo que había dado pasos de gigante durante el último mes y medio. La derrota ante el Villarreal no sólo ha situado a los amarillos tres puntos más lejos del objetivo, sino que también ha dejado tras de sí a un entrenador desesperado en la búsqueda de soluciones, a unos jugadores señalados por su técnico y un ambiente nada optimista para la final del sábado (12.00 horas, beIN LaLiga) ante el Deportivo.

Ese partido será fundamental para el devenir de Las Palmas, que se enfrenta este mes al propio Dépor, Real Madrid y Levante, o lo que es lo mismo, a sus dos rivales directos en la lucha por la permanencia y al campeón de Europa en medio. Para la trascendencia que tiene el choque, la UD llega a la cita de Riazor con la moral por los suelos después de haber tirado por la borda todo el buen trabajo de las últimas jornadas. El hecho de perder contra el submarino habría pasado por algo normal: es superior. Sin embargo, la situación crítica del cuadro de Jémez lo magnifica.

El gol del Tucu Hernández en el último minuto del partido de Vigo y que a la postre significó la derrota ante el Celta hace ocho días fue el punto de partida del desastre de anteayer. Porque ese remate del chileno volvió a destapar errores defensivos que la UD ya había logrado corregir y que volvió a cometer ante el Villarreal, sólo que esta vez durante todo el partido. Ese momento puntual, después de haberse puesto por delante con un tanto de Erik y venir de un empate contra el líder, el Barça, supuso un batacazo.

"Auténtico desastre"

El domingo, Las Palmas no fue el muro que le había caracterizado fechas atrás. El primer paso de Paco Jémez al frente de los amarillos consistió en mejorar la defensa para detener la sangría de goles encajados, un lastre durante todo el curso. Así, tras caer en el Wanda Metropolitano (3-0) el equipo encadenó un racha de cuatro partidos -Málaga (1-0), Athletic Club (0-0), Sevilla (1-2) y Leganés (0-0)- en los que sólo recibió dos tantos ante los hispalenses y en los otros tres mantuvo la portería a cero.

Conseguido ese objetivo, a la UD sólo le quedaba mejorar en ataque, algo que todavía no ha conseguido salvo a ratos en Balaídos. Pero contra el Villarreal no funcionó ni la retaguardia ni la vanguardia, nada, lo que implica un gigantesco paso atrás en el peor momento. El técnico, después de utilizar hasta tres sistemas diferentes durante el partido, calificó la actuación de su equipo de "auténtico desastre", se autoculpó por un lado y apuntó a los futbolistas por el otro. No salvó a nadie.

Justo la semana en la que Chichizola desveló que con Jémez el equipo por fin había adquirido una identidad la UD perdió su sello. Deshizo el camino andado en defensa y no abrió uno nuevo en ataque. Ante el cuadro de Calleja hizo más pruebas: Erik fue titular en un 4-4-2, al descanso entraron Benito y Momo para volver al 4-2-3-1 y luego acabó con tres atrás. No funcionó ningún sistema.

Las múltiples variantes de Paco no hacen más que dejar a las claras que no tiene más. Sólo la mitad de los fichajes del mercado de invierno le sirve, precisamente los que pidió: Peñalba, Gálvez y Aguirregaray, más Etebo, propuesto por el club. Del resto, muy poco, como Nacho Gil, Jairo y Ezekiel, o nada, como Emenike, que ni siquiera llegará a debutar.

Por si fuera poco, las lesiones tampoco ayudan, sobre todo las de Bigas y el propio Peñalba, ambos titulares para el cordobés, tanto, que en el caso del mediocentro argentino es incluso la extensión del técnico en el terreno de juego.

Así, con la mitad de los refuerzos sin aportar y con el técnico tirando del filial, afronta la UD la semana de Riazor después de haber tirado lo que había construido. Ante el Dépor toca volver a levantarlo o estará más cerca del abismo.

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