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La enésima 'final'

La UD busca una reacción como la que levantó el drama de Montilivi

La UD salió de Gerona a siete puntos del milagro y se resarció ante el Valencia

La UD busca una reacción como la que levantó el drama de Montilivi

En Montilivi, la UD Las Palmas tocó fondo. Aquel 13 de enero, en la decimonovena jornada de LaLiga, la última de la primera vuelta, el equipo amarillo recibió uno de los correctivos más sonoros de su etapa reciente. El Girona, un recién ascendido, lo abofeteó como quiso. Despiadada, la escuadra de Pablo Machín destrozó a la UD. El 6-0 aún está demasiado cerca. Cuando la UD arrancó esa página del calendario liguero se quedó descolgado en la tabla: siete puntos lo distanciaban del Alavés, que por aquel entonces marcaba la salvación.

La UD parecía estar muerta. Después del paso por Girona del equipo grancanario no había mucho a lo que agarrarse para que se creyera en una posible permanencia. El equipo no dio ni una señal vital: desorden, caos, una nula determinación para crear algo sobre el césped. Nada de nada. Un recién ascendido le había pintado la cara. Un meneo de los que se recordarán con el paso del tiempo llueva cuanto llueva.

Pero contra todo pronóstico la UD Las Palmas reaccionó. Y lo hizo en un escenario adverso. Porque el Estadio de Gran Canaria estaba de uñas con el equipo. 'Directivos y jugadores este escudo se respeta', rezaba el fondo Naciente del recinto de Siete Palmas. Delante, el Valencia CF, tercer clasificado de la competición. Al minuto cinco de partido, Santi Mina puso el 0-1. El drama se olía a lo lejos.

Sin embargo, la UD reaccionó. Remontó, ganó el partido (2-1) y se reenganchó a la lucha por la salvación. Ahora, en un escenario que puede ser tan crítico o más que aquél si el Levante gana en casa al Eibar el viernes por la noche, el equipo de Paco Jémez necesita una reacción similar si quiere seguir con la esperanza de la salvación encendida. Y lo debe hacer ante un equipo que tiene el mismo problema que Las Palmas, el Deportivo de La Coruña, que también ve la Segunda División demasiado cerca. El que caiga a la lona sufrirá un golpe doble: ver tomar aire a un rival directo en la carrera por la salvación y alejarse más de él y del objetivo de esquivar la categoría de plata.

La UD Las Palmas levantó aquella victoria ante el Valencia con uno de sus mejores partidos de la temporada. Un asunto construido a base de esfuerzo y fútbol. En Girona la UD patinó. Ese día, Paco Jémez apostó por una defensa de tres centrales con dos carrileros. David García, Ximo Navarro y Alejandro Gálvaz se acomodaron en la zona central; Hernán Toledo y Jairo, a los lados. Sin embargo, el experimento hizo aguas. El equipo, desdibujado por completo, se rompió. Perdió el centro del campo y fue azotado sin compasión ante un equipo que lleva años jugando con ese sistema. "Asumo toda la culpa porque los jugadores han hecho lo que yo les he pedido, la culpa de hoy es mía. Quiero que entiendan que el resultado es el que es más por demérito mío que del equipo. El que se ha equivocado gravemente soy yo", sentenció el técnico después de que la UD saltase por los aires.

Frente al Villarreal, Paco Jémez también quiso innovar. Apostó por un cambio de sistema, una vuelta de tuerca con el objetivo de que su equipo fuera más prolífico en sus apariciones ofensivas. Por primera vez desde su llegada y en toda la temporada, donde tres entrenadores le precedieron, la UD jugó con dos puntas. Por un lado, Erik Expósito; por el otro, Jonathan Calleri. La baja del argentino en Vigo le abrió la puerta al delantero del filial. Sin Emenike y con Ezekiel en la penumbra, Jémez no se lo pensó. Expósito respondió con un gol.

Un buen motivo para seguir en el once en la siguiente jornada. Jémez avisó de que jugar con dos puntas era una opción real. Y lo materializó. Sin embargo, el equipo se volvió a romper como aquel día de Montilivi por el mismo sitio: el centro del campo. La falta de consistencia en la medular rompió a la UD. La entrada de Momo y Benito en la segunda mitad no solucionó la historia. La UD acabó con más posesión que el Villarreal, pero era un dominio del balón inerte, sobre todo en zonas intrascendentes del campo, lastrados por su propia incapacidad para hacer fluir el cuero.

Tras el torpedo que le endosó el submarino el pasado domingo, se intuye que la UD Las Palmas volverá al sistema que mejor le ha funcionado y que más conoce: cuatro defensas, un pivote, dos volantes, dos bandas y un punta. Ese es el dibujo con el que la UD más cómodo se siente. Un esquema táctico que, con sus distintas variantes, ha utilizado en sus últimos años en Primera División.

Sin embargo, esa reacción tiene un grado de complicación casi mayor que ante el Valencia. Y es que Paco Jémez no podrá contar con algunos de sus hombres de confianza como son Alejandro Gálvez -si no prospera el recurso presentado después de que viera la cartulina roja- y Gaby Peñalba. La baja del central, el más regular en los últimos meses, resulta muy delicada. En la recámara espera David García. No obstante, desde que el pivote argentino salió del equipo, a la UD le ha costado encontrar un hombre que sepa fijar la posición de partida para estructurar el ataque y ordenar el juego. Lo intentó con Etebo y con Vicente, pero ninguno ha terminado de dar consistencia al puesto.

La pérdida de Jonathan Viera ha sido otra piedra en el camino para Paco Jémez. El entrenador cordobés perdió al hombre más determinante que tenía sobre el césped. Viera hizo las maletas a China y la UD perdió a su faro. Una losa que aún cuesta levantar.

Y con todo eso Paco Jémez y su UD Las Palmas tendrán que lidiar si quieren remontar el vuelo y llegar hasta la decimoséptima posición, la última que garantiza un año más en la élite del fútbol español. Un lugar por el que peleará ante otro clásico del balompié nacional. El sábado (12.00 horas, beIN LaLiga), el Deportivo de La Coruña medirá la capacidad de reacción de un equipo que tiene por delante el 'más difícil todavía'.

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