Impuntual, pero con garbo. Así se presentó ayer la selección española de baloncesto en los Juegos Olímpicos de Londres. Ante China, un rival menor que ya no se refugia bajo los centímetros de Yao Ming, el equipo de Sergio Scariolo empleó unos minutos en desperezarse, en quitarse un poco de óxido de las articulaciones, para luego, con algo de ritmo, talento y esfuerzo, enseñar músculo y ganar el primer partido del torneo (97-81).

Ni siquiera la exhibición de Yi Jianlian, en el escaparate a la espera de equipo, provocó algo de inquietud en España. El alero chino, agente libre tras cuatro temporadas en la NBA (Milwaukee Bucks, New Jersey Nets, Washington Wizards y Dallas Mavericks), se ha presentado en Londres como el líder natural de un equipo blando, con pocos recursos y que se quedó corto en todo pese a los 30 puntos anotados por su estrella.

España, un poco indolente, tal vez algo despistada entre tanta pomposidad previa, se presentó cinco minutos tarde a la cita. Fue el tiempo que transcurrió entre el salto inicial y la primera canasta en juego. Tras un parcial cincelado por China a su antojo (3-7), el equipo de Scariolo espabiló de la mano de José Manuel Calderón y Pau Gasol. Entre ambos, los dos con los máximos galones, se combinaron para anotar 16 puntos y cerrar el primer cuarto con ventaja para la selección española (19-17).

En diez minutos sin chispa, regados hasta con un punto caótico, China se mantuvo en pie por su propio orden a la hora de ejecutar el sistema de ayudas sobre los hermanos Gasol. En la imprevista entereza asiática también sumó el poco acierto en el lanzamiento de España y su floja defensa, que permitió demasiadas canastas fáciles a un rival dispuesto a no desaprovechar ningún regalo. Aspectos todos que se combinaron para generar un punto de incertidumbre que no llegó a mucho más pese al empeño de Yi Jianlin, Chen Jianghua y Zihzhi Wang.

En el segundo cuarto, China ya no aguantó el ritmo. Scariolo, sin pausa, puso sobre el parqué a Sada, Navarro -no fue titular por culpa de un proceso febril-, San Emeterio, Serge Ibaka y Felipe Reyes y el combinado asiático, con sus suplentes en pista, no pudo aguantar el ritmo. España elevó el tono, metió más intensidad al duelo y en algunos momentos hasta pudo correr para abrir hueco en el marcador. El parcial, en el segundo periodo, manifestó una pequeña porción de la diferencia en potencia de fuego de los dos equipos: 34-24 (53-41, al descanso).

China, con todo en contra, tiró de orgullo para no levantar tan pronto la bandera blanca. Y para evitar una rendición prematura, para esquivar una derrota humillante, el gigante asiático se topó con la imprudente colaboración de España. Con un tono pusilánime, perdida en medio de una defensa en zona desacertada, el equipo de Sergio Scariolo se dejó comer parte de la tostada en el tercer cuarto (16-19 de parcial en contra) para desperdiciar parte de su ventaja (69-60).

La pelea de China obligó a España a poner buena parte de su maquinaria en marcha, a tirar de recursos para evitar problemas en el debut olímpico. El susto provocó que Scariolo tuviera que rebuscar en el fondo de armario para variar el curso del encuentro. Y allí encontró a Sergio Rodríguez.

Otro ritmo, otra velocidad

Campeón del mundo en 2006 y fundamental para entender la buena temporada del Real Madrid, Sergio Rodríguez transformó el juego de España en el último cuarto. Al ritmo impuesto por el base tinerfeño, la selección se soltó. Corrió más, gozó de más espacios y entre Navarro e Ibaka liquidaron lo que quedaba de China.

España, sin ofrecer su mejor nivel, solventó con autoridad el primer compromiso del torneo. Con Australia a la vuelta de la esquina -mañana, a las 11.15 horas-, la selección, a medio gas, expuso todo lo bueno que tiene: los puntos de Pau Gasol, el empuje de Serge Ibaka, una gama amplia de características y, sobre todo, la recuperación de Marc Gasol y Juan Carlos Navarra. Todo marcha en orden, con España al acecho de Estados Unidos.