"He tenido suerte, casi se me escapa el balón y he tirado un churro. Se me ha aparecido la Virgen". Con esas palabras, Anna Cruz, la autora de la canasta con la que España tumbó a Turquía y se coló en las semifinales del torneo olímpico de río de Janeiro, definía en la zona mixta del Carioca Arena 1 cómo había sido su tiro ganador. Un lanzamiento que, ciertamente, destila algo de milagroso -un grado más cada vez que se ve repetida-, pero que guarda detrás la historia de un grupo que está marcado por la constancia y la superación.

Ayer, en Río de Janeiro, la selección entrenada por Lucas Mondelo derribó un muro que nunca se había tirado en el baloncesto español. Y es que la selección nacional femenina, en sus cuarta participación en unos Juegos Olímpicos -debutó en Barcelona '92- nunca había conseguido alcanzar unas semifinales. Un hito que le da la oportunidad por primera vez de meterse de lleno en la pelea por subirse al podio olímpico.

España, que perdía de 8 puntos a falta de tres únicos minutos, volvió a crecerse ante las adversidades en otro nuevo torneo. En los últimos años ya sabe de qué va ese asunto. Tras el oro en el Eurobasket de 1993, España recuperó su condición de campeona europea en 2013. Un título que ponía punto y final a una generación liderada por Amaya Valdemoro, corazón de aquel equipo, siempre escoltada por Elisa Aguilar.

Después de ese campeonato en Francia, el tándem se hizo a un lado para que la savia nueva condujera a la selección. Era el momento de Anna Cruz, Alba Torrens o Marta Xargay. Una quinta a la que se empezó a asomar Gran Canaria de nuevo, que no conseguía asentar a nadie en la selección nacional desde los tiempos de Rosi Sánchez.

Todo con tres jugadoras formadas en Gran Canaria, bajo el escudo del CB Islas Canarias: Leticia Romero, Leonor Rodríguez y la senegalesa Astou Ndour. El primer síntoma de que la regeneración iba por buen camino -sostenida de clásicas como Laia Palau, Lucila Pascua o Nuria Martínez- llegó en el Mundial de 2014 en Turquía. Allí, tras dejar en el camino a la selección otomana -justo como ayer- se metió en la gran final del torneo, donde Estados Unidos dejó a España una plata con sabor a oro. Las grancanarias Leticia Romero y Leonor Rodríguez disfrutaron juntas de aquel momento histórico.

Un año más tarde, en Rumanía y Hungría, las de Lucas Mondelo se abrazaron al bronce con Romero y Astou Ndour presentes. Ahora, el trío completo, puede dar un paso más juntas: alcanzar una medalla olímpica, algo que no se consigue solo con una intervención divina.