¿Tiene ya asimilado que tiene una plata olímpica?

Bueno, todavía del todo no, la verdad. Creo que tardaremos en conocer la trascendencia de esta medalla. Aún no somos del todo conscientes.

¿Cómo ha vivido estos últimas semanas que han acabado con este subcampeonato?

Muy bien, ha sido un mes muy intenso en Brasil. Quizá la primera semana se pasó algo más lenta, pero a partir de la segunda ha sido un subidón de adrenalina constante en cada partido. No pararon de llegar momentos felices y de sorpresas. Desde ese punto sí que las cosas empezaron a caminar más rápidas. Poder vivir unos Juegos Olímpicos y acabar con medalla ha sido una experiencia inigualable. Ha sido increíble, porque recoger esta plata significa obtener el trabajo de muchos años.

¿Llegaban a Río de Janeiro con unas expectativas tan altas como estas?

Más allá de eso, veníamos con la mentalidad de que nuestro torneo estaba en el partido a partido. Sabíamos que lo primero que teníamos que hacer era una primera fase muy completa. A partir de ahí, el trabajo estaba concentrado en cada día, en cada minuto. Creo que ha sido uno de los puntos que nos ha llevado a esta plata, algo que sin duda hubiéramos firmado antes de viajar a Río.

¿Se sienten ya historia del baloncesto femenino?

Aún no. En ese sentido lo vivimos como un día más, como una rutina, como nuestro trabajo. Intentamos hacer lo que nos gusta y hacerlo bien, lo mejor posible, como siempre se ha marcado este grupo e intentar ganar cada día. Una vez que lo vayamos dejando, creo que todo lo logrado tendrá un valor mayor. Es la perspectiva que te da el tiempo. Por ahora, somos unas chicas normales que tienen la suerte de hacer lo que nos gusta, somos unas privilegiadas.

Más allá de la medalla, ¿cómo ha sido vivir unos Juegos Olímpicos desde dentro?

Es alucinante. El ambiente es casi indescriptible. Cuando vas a un Mundial o a un Europeo, solo disfrutas de un deporte. Pero en la Villa Olímpica conviven miles de deportistas que persiguen el mismo sueño. Aquí están los mejores deportistas de cada disciplina viviendo juntos. Repito, ha sido todo un sueño poder haber estado en Brasil.

Y más allá de la medalla seguro que también se trae algún que otro recuerdo. ¿Muchas fotos con deportistas?

Sí, sí, alguna que otra me he hecho -ríe-. Son famosos que, durante unos días, se acaban convirtiendo en tus vecinos. Te los topabas todos los días.

¿Confía en que esta medalla olímpica sirva para realzar el baloncesto y el deporte femenino en general?

Eso espero. Pero la verdad que la cosa está complicada, en general, con todo el deporte femenino. Nosotras en baloncesto hemos conseguido medallas en casi todos los campeonatos de casi todas las categorías. Esta medalla de plata lleva mucho trabajo detrás. Es algo a valorar y a tener en cuenta. No se puede permitir que esas niñas, cuando lleguen a sénior, dejen de jugar porque no puedan compatibilizarlo con otra labor, por ejemplo. Hay muchas cosas que mejorar.

¿Dónde ha residido la clave para, al final del torneo, subir al segundo escalón del podio?

El grupo humano que tenemos. Eso lo primero. Pero también la humildad con la que hemos ido en el campeonato, que se vio todos los días en cada partido.

En ese momento, cuando sle tocó subir al podio, ¿de quién se acordó?

De mi familia antes que nada, sin ellos nunca hubiera conseguido nada. También de mis compañeras, entrenadores, rivales... En definitiva, de toda esa gente que me ha acompañado durante toda mi carrera y me ha ayudado a estar en una situación como esa. La medalla también es de ellos.

¿Cuál es su imagen del torneo?

Pues creo que el momento en el que subimos todos juntos al podio de la mano. Ese recuerdo me lo llevaré siempre. Eso y, por supuesto la fotografía en la que salimos todas juntas mordiendo la medalla.

Gran Canaria se ha posicionado como ciudad dispuesta a organizar el Mundial de 2018. ¿Se lo imagina?

Sería otro sueño. Confío en mi trabajo diario y en dar lo máximo cada día. Si se consigue que sea en casa, en Gran Canaria, perfecto. Ahora toca disfrutar estos días.