Hoy no me he ido de Moncloa con una idea clara de por qué pasó
lo que pasó, y tampoco con una idea clara de qué es lo que quiere
hacer el presidente en los próximos meses". Con esta frase, de
gran altura sin duda, resumió Mariano Rajoy su encuentro de ayer
con el presidente Zapatero. Desde luego, si Rajoy no tiene las
ideas claras, tampoco ha contribuido mucho a aclarar nada con
su frase.¶
La cuestión es que muchas veces se encuentra uno con expresiones
acuñadas por políticos y personajes públicos que bien merecen
un capítulo aparte. "Las palabras no hacen más que ocultar la
realidad". Así decía Vicky Baum, una escritora austriaca que
sufrió la persecución nazi por su origen judío y que, como tantos
otros, se exilió en Estados Unidos. La frase me encanta.¶
Ayer mismo otra frase sacudía los cimientos del lenguaje. "Veinte
mil inmigrantes se han acogido al retorno voluntario", informaba
el Gobierno. En realidad, la expresión se está refiriendo a cuando
la policía atrapa a una persona sin papeles y le dice que o se
paga el pasaje de vuelta a su país o lo expulsan y no puede volver
a España jamás en la vida. Pues me encanta esta idea de retorno
voluntario.¶
Esto es igual que cuando hablan de los "centros de internamiento
de inmigrantes", auténticas cárceles para extranjeros, o de "proceso
de normalización", una regularización en toda regla a la que
cambiaron el nombre para no molestar a los chinchosos del Partido
Popular.¶
Y ahora que hemos superado las navidades y la matraquilla del
"somos siete sobre el mismo mar", se nos viene encima nada menos
que la campaña electoral con todo ese derroche de imaginación
oral que le caracteriza. Primero habrá que transitar en frágil
equilibrio entre las letras de las murgas y, poco después, sobrevivir
a los eslóganes del Día de Canarias, que este año vendrá aderezado
con sus dosis de chácaras y fajines. Y para colmo, Coalición
Canaria, esos linces, ya ha desvelado el guineo sobre el que
van a pivotar sus mensajes de campaña, esa particular cruzada
contra el crecimiento demográfico que, como conejo que sacan
cada cuatro años de la chistera, les sirve para vindicar la propiedad
del terruño y rebañar votillos entre sus parroquianos descarriados.¶