Cuando todavía se analiza la manifestación de las familias católicas de este domingo en la plaza de Colón de Madrid, y los discursos de los tres cardenales Rouco, García Gasco y Cañizares que antecedieron al mismísimo Papa, -mucho más morigerado y prudente que los combativos antigubernamentales españoles-, he aquí que irrumpe en la actualidad y desplaza cualquier otro protagonismo el rey Juan Carlos, para dar cierre a un año que le ha obligado a superarse.

Recuérdese, en efecto, que una parte del verano llegó a estar caracterizada por manifestaciones seguramente anecdóticas y en todo caso nada representativas de individuos o grupos minoritarios que querían expresar su antimonarquismo en la calle. Abrió la veda el senador del PNV Iñaki Anasagasti, quien puso en duda la utilidad de la familia del Rey en su conjunto, así como la opacidad sobre sus gastos, a cuenta del Tesoro Público o Presupuestos generales del Estado.

Luego, se quemaron fotografías de don Juan Carlos, en su mayor parte por grupos de jóvenes catalanes, con bastante probabilidad impulsados por los republicanos de ERC, y que forzaron la intervención de la fuerza pública para su detención y de los tribunales de Justicia. También una viñeta pretendidamente humorística se añadió a este clima contra los elementos de la Casa Real. Y más tarde, los rumores primero, más tarde confirmados, de la crisis matrimonial de la infanta Elena y de su esposo, Jaime de Marichalar, hoy una pareja en cese de convivencia y probablemente en trance de separación. Ante esta sucesión de datos negativos, el rey Juan Carlos reaccionó con mayor presencia pública en actividades oficiales.

En particular, fueron celebrados los viajes que los reyes Juan Carlos y Sofía efectuaron a Ceuta y a Melilla, por primera vez en su reinado, así como la visita que también realizaron con anterioridad a Rabat. La cumbre iberoamericana desarrollada en Santiago de Chile le dio la oportunidad de ejercer el indudable liderazgo que ejerce en el grupo de presidente y jefes de Estado iberoamericanos, al invitar a callar al díscolo Hugo Chávez en una frase que ya ha pasado a la historia: "¿Por qué no te callas?", y que se ha incorporado al uso corriente y a las bromas festivas a ambos lados del Atlántico. Además, el viaje y la entrevista con Sarkozy en El Elíseo.

Y luego, a la "ración de Rey" que suelen ofrecernos las navidades con el tradicional mensaje navideño, se ha añadido este 31 de diciembre el viaje sorpresa que Don Juan Carlos acaba de desarrollar a Herat, zona en la que las tropas españolas desempeñan su misión en Afganistán.

Han sido varios los diarios que han elegido al Rey como figura más destacada del año, por su 70 cumpleaños, pero también por ese esfuerzo por afrontar determinadas críticas contra la institución y sus "deberes", que la población española reconoce y valora muy ampliamente, según las encuestas, y pese a las anecdóticas e irrelevantes excepciones.