Prefiero pensar que Isabel Guerra, consejera de Empleo del Cabildo grancanario, tiene una imaginación portentosa. O le sentó fatal el desayuno. Sinceramente, los argumentos que soltó en la radio de Carlos Sosa resultan algo más que epatantes: se refirió a Soria con su nombre y apellidos y le calificó como uno de "esos dirigentes que piensan que cuanto peor les vaya a los ciudadanos, mejor les irá a ellos". Vale. Pero es que luego añadió que el vicepresidente paralizó conscientemente las políticas de empleo del Gobierno regional, para que no se pusieran en marcha antes de las Europeas, y así poder culpar de los malos datos de empleo al Gobierno de Zapatero. Boquiabierto me quedo?

Pase que Soria sea -con motivos- la bestia negra del PSOE canario, y que el hombre no resulte lo que se dice un tipo simpático. Pase incluso que alguien pueda atribuirle tanta inquina con el socialismo local, nacional e internacional que se le suponga deseo y voluntad de fastidiar a Zapatero todo lo que pueda. Y hasta pase que la consejera socialistapueda creer que Soria es capaz de pergeñar desde Hacienda un método para perjudicar electoralmente a Zapatero.

Pero si realmente fue Soria quien bloqueó desde la Consejería la realización de los planes de empleo hasta septiembre, estoy por jurar que eso no tiene nada que ver con el objetivo rastrero que pretende atribuirle Isabel Guerra. Estos años han sido años de ejercicios malabares en la contabilidad, y de ajustes por todos lados. Quizá la explicación venga por ahí.

Es legítimo y razonable censurar al Gobierno -y a Soria, si en algo le toca- el desastre que desde hace años es la ejecución del presupuesto de formación y empleo, y la gestión del millón y medio (más o menos) de políticas y planes de empleo que coexisten en Canarias. Pero discernir que ese retraso o esa incapacidad para la gestión lo que pretendía era provocar un aumento de las cifras del paro para que Zapatero perdiera las Europeas, es la tontería más grande que he escuchado en estos últimos meses plagados de sonadas sandeces.

Para empezar, la incidencia de los planes de formación y empleo canarios en la reducción del desempleo en Canarias es bajísima, por no decir nula. Ése debería ser -y lo ha sido hasta ahora- el sentido de la crítica de los socialistas a este Gobierno. Igual que debería criticarse la desidia del Gobierno en materia de formación. Pero es más fácil inventarse un mundo irreal de buenos y malos, en el que los buenos somos nosotros y los malos malísimos son ellos.

En cuanto al impacto -en las cifras del paro nacional- de las políticas canarias para frenar el desempleo, eso ya es de risa. Si todo lo que tiene que ver con el paro no fuera para llorar.