La presentación de Arcadio Díaz Tejera como candidato a secretario general del PSC/PSOE, tras la dimisión de Juan Fernando López Aguilar, es una muestra de la buena salud de la democracia interna del partido socialista, donde puede pasar cualquier cosa. "Mire usted lo que sucedió con Zapatero, un gris diputado de provincias, que contra todo pronóstico y contra las reglas del sentido común ganó frente a todos los herederos oficiales y derrotó a Bono....", me confiesa un veterano dirigente. "No podemos estar seguros de que Arcadio no pase los filtros, porque este es un partido de islas, y cualquier líder insular puede pactar para conseguir cualquier contraprestación y... ya tendríamos armado el lío". "Que José Miguel Pérez no olvide esta circunstancia: este ya es un partido inevitablemente de islas, en la que cada una va a lo suyo, y hay que negociar con sus barones, ofreciendo a cada uno algo que le interese. Nada está escrito". Como diría Luis Hernández en un episodio como este: "Lo más seguro es que cualquiera sabe".

El caso de Arcadio es singular, por la propia naturaleza del personaje; no es el de los demás independientes o ex militantes de la izquierda nacionalista, y nacionalera, inclusive, que han ido desembarcando en el trasatlántico socialista porque en las barquillas de dos proas y poca quilla ni era probable que se llegara a buen puerto ni había suficientes salvavidas para una emergencia. Este político, que fue 'cooptado' por Jerónimo Saavedra, y que tuvo su primer contacto con el poder verdadero como Diputado del Común, es un ejemplo de libro de 'self made man', 'hombre hecho a sí mismo', que a base de mucho esfuerzo, sacrificios y tesón, logró escalar la utopía desde su trabajo como auxiliar en un centro sanitario. Abogado, juez, Diputado del Común, de la mano ya del PSC, concejal socialista en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Senador... Un carrerón para un joven exaltado upecero que llamaba 'momia' y 'socialfascista' al alcalde Rodríguez Doreste, a voz en grito desde los bancos del público en las Casas Consistoriales; y que hizo campaña en contra de la Constitución del 78, riéndose con suficiencia de muchos socialistas que la defendían; y que prometió 'acatamiento a la legalidad vigente y luchar por una Canarias libre y socialista" en la formación del Cabildo democrático en abril de 1979. Con el ascenso meteórico de Díaz Tejera y, a otros ritmos, de numerosos ex comunistas y ex upeceros en sus filas, el PSOE ha cumplido en la izquierda el papel que ha asumido en la derecha el PP, absorbiendo a los herederos y nostálgicos del franquismo. El PSOE se ha convertido en la 'casa común' de la izquierda, auténtica, mimetizada o disfraz de posibilistas.

Arcadio es 'una fuerza de la naturaleza' en estado puro. "Es como es, como ha sido siempre", reflexiona un compañero de pasiones juveniles de siete estrellas verdes. Históricos del puño y la rosa no olvidan ciertos detalles: su ambición, que no descarta objetivos por imposibles que puedan parecer; su arrogancia "de converso" que no se corta a la hora de dar lecciones de democracia a demócratas de toda la vida, sus conspiraciones internas, "interminables, que forman complicados bucles"; el veto que le puso a Saavedra para ocupar un puesto en el Consejo de la Caja de Ahorros, en su época de portavoz socialista en el Ayuntamiento; la imprudente ruptura de la 'entente' para el reparto de papeles en la organización, que le llevó a disputarle la dirección insular a José Miguel Pérez... Ha dejado el camino lleno de socavones; y sus ímpetus desestabilizan los equilibrios tradicionales en un partido que teme, como al mismísimo diablo, al asamblearismo enrabonado. La pregunta que me hizo un afiliado es: "¿Puede Arcadio encarnar la continuidad de la estrategia de Juan Fernando, con el factor de corrección propio del materialismo científico, en un marco de confianza externa y de paz interna?". Caballeros...

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