Uno de los dramas contemporáneos consiste en despedir gente que todavía está en plenitud de facultades. Up in the air es candidata a los Oscar, cuyo actor principal es George Clooney. Se trata de una historia aparentemente sencilla, y muy de nuestro tiempo.

El director ha conseguido una obra que resulta algo ambigua, pues puede parecer divertida y a la vez muy cruel. Una dualidad muy presente en la vida. La capacidad que tiene la gran pantalla para plasmar emociones es enorme, y a los norteamericanos hay que agradecerles que -además de muchas bazofias que inundan nuestras pantallas- hagan cada año diez, doce o veinte películas memorables.

En realidad ésta es la historia de un hombre que trabaja en una empresa a la que le encargan hacer despidos masivos en distintas ciudades. Ello le da al protagonista la oportunidad de vivir una vida muy al margen de todo tipo de ataduras personales, familiares, amorosas. Vuela de una ciudad a otra acumulando miles de millas, pues su objetivo es batir todas las marcas, llegar a cubrir una distancia mayor que la que existe desde la Tierra hasta la Luna. Aparecen dos mujeres que siguen el tópico americano -agresividad, eficacia, pragmatismo- y que golpean al protagonista de muy distinta manera. George Clooney es un buen actor, y le va como anillo al dedo esa mezcla de independencia, magnetismo personal y cierta fragilidad de emociones.

En EE UU irse al paro es un drama relativo, puedes perder el trabajo fácilmente pero también fácilmente encuentras otro. Es la diferencia entre una economía dinámica y otra economía turístico-cementística como la nuestra. Una película inteligente, cine moderno, comprometido con este tiempo. Sonrisas, ternura y soledad, mucha soledad también.