La ciudad ha dado hace unos días su último adiós a un hombre, Luis Molowny, que fue un mito en esto del fútbol y que según las crónicas de los especialistas en los deportes constituyó una auténtica leyenda en el arte del dominio del balompié, pero es justo reiterar que paralelamente a su habilidad para este juego fue en su trato la personificación de la caballerosidad. Cronistas deportivos, antiguos y actuales jugadores y directivos de algunos de los principales equipos españoles, incluidos por supuesto los de Las Palmas y Tenerife, se han afanado con justicia en destacar que quedará en la historia del fútbol canario y nacional como una leyenda en una época de la que también formaron parte esa pléyade de habilidosos con el balón otros futbolistas de las islas que destacaron en el país como fueron Alfonso Silva, Rosendo Hernández, Lobito Negro y Mujica, entre otros.

No es casualidad que los elogios para Luis Molowny sean unánimes y que ninguna de las opiniones haya puesto en tela de juicio su fútbol elegante y su forma de actuar cuando ya retirado de la práctica de este deporte se dedicó a entrenar equipos como el Madrid y Las Palmas. Jugadores de uno y otro club destacan su paternalismo a la hora de tratarlos sin que por ello eludiera la obligación de exigirles. Fue, y en esto coincide la mayoría de las opiniones registradas el domingo en este mismo periódico, "como un padre que formó una familia en el vestuario, pues nos trataba como si fuéramos sus hijos".

Pero si Molowny fue historia viva del fútbol español, considerado con justicia como un histórico y ejemplo como jugador y como persona, ahora, después de fallecido, pasa a la historia porque quienes la escriban en adelante tendrán suficiente material para dedicarle un amplio capítulo a este hombre que, aunque nacido en Tenerife, se convirtió en un grancanario -con perdón de Don José- desde sus años juveniles cuando con escasos 17 años fue fichado por el Marino de Eufemiano Fuentes de quien Luis siempre destacó que su familia nunca agradecería al industrial canario que fue su gran ayuda incluso en lo económico en aquellos tiempos difíciles, pues se trajo de Tenerife a toda su familia, incluido sus padres, cuyo progenitor, Raúl Molowny, nos decía Pepe Rivero, fue una vieja gloria del C.D. Tenerife en su época y a quien Eufemiano le ofreció hacerlo encargado del nuevo estadio que se construía para el Marino, el Insular, para que se decidiera autorizar el fichaje de su hijo. Estos días se han preguntado muchos el origen del apellido Molowny que según Carlos Platero "es oriundo de Inglaterra, radicado principalmente en Santa Cruz de Tenerife desde hace muchos años", aunque también los hay en otras provincias, porque según unas estadísticas leídas en una web "en España hay 108 personas censadas con este apellido y aproximadamente 118 personas que lo llevan, destacando que aparece con mayor frecuencia en Tenerife con 82; Las Palmas con 16 y Madrid con 10, estadísticas que hemos agregado por pura y simple curiosidad.

Pero a lo que íbamos, respondiendo al título de esta croniquilla de actualidad. Se han leído las peticiones de muchos forofos del fútbol considerando que el nuevo estadio de Siete Palma lleve el nombre del jugador recientemente fallecido para perpetuar así su memoria. Sin entrar en tales cuestiones consideramos que la ciudad ya tiene su nombre de modo peculiar en una gasolinera, ahora llamadas estaciones de servicios, que no es otra que la que se encuentra en la calle León y Castillo frente a la Clínica Santa Catalina y que la vox populi bautizó, desde su puesta en marcha a finales de la década de los cincuenta del pasado siglo, como la "gasolinera de Molowny", de tal forma que a partir de entonces y hasta nuestros días las generaciones de aquella época la hemos tenido como un referente. Porque Luis explotó metido a empresario aquella gasolinera como concesionario creemos recordar que hasta los ochenta también del siglo pasado, al frente de la que estuvo muchos años otro personaje popular por su entrañable amabilidad que fue su cuñado Andrés del Castillo. Seguramente, ahora más que nunca, procuraremos tenerla también como una referencia, sin necesidad de una nominación oficial, porque sigue siendo hasta hoy, a pesar de que ha tenido sucesivos nuevos concesionarios, la "gasolinera de Molowny".