Un año más, con la misma cadencia que el pájaro apupú se afloja para remontar el vuelo, Canarias aparece en la última fila del aula nacional. Es el informe PISA, al que el Gobierno no da credibilidad porque dice que está hecho para gente de lejos. El caso es que tenemos los peores índices en lectura, matemáticas y ciencias. Y lo curioso es que aquí el tiempo está bueno, disponemos de plátano, que mejora la excitabilidad neuromuscular y en cualquier ventorrillo te venden un cuaderno y un bolígrafo.

Entonces ¿qué falla? Cualquier ejecutivo habitual de romerías sabe que jamás hay que poner la carreta delante del buey. Ejemplo: Septenio, el millonario programa para difundir la cultura de las Islas en el mundo va después de que las Islas se conviertan en potencia cultural de ese mundo, y nunca antes, porque de momento en Japón ordeñan vacas con música clásica y aquí las cabras con Pepe Benavente. Por esto pasan cosas como que un presidente crea que la palabra pasteleo, utilizada por Rivero para definir la actitud de los controladores, sirva para un discurso institucional. Sirve para representar el fracaso educativo, pero no para tutelar a dos millones de canarios.