La teoría literaria anda revuelta alrededor de la necesidad de darle una razón al éxito que ha alcanzado en Francia el panfleto ¡Indignaos!, escrito por Stéphane Hessel, un nonagenario galo nacido en Alemania; protagonista de la Resistencia; tertuliano con Sartre; hijo de la mujer que inspiró a Truffaut para Jules y Jim y de un traductor que trabajó con Walter Benjamin la obra de Proust; deportado al campo de concentración Buchenwald; filósofo; redactor de la Declaración Universal de Derechos Humanos; socialista y ecologista... O sea, una historial personal, una biografía, que lo reviste de la suficiente autoridad moral para pedir a los jóvenes que se rebelen pacíficamente contra la gobernanza financiera y política del mundo actual. Nada menos que un millón de ejemplares y tres meses en la lista de éxitos, y todo por tres euros, es el saldo de este fenómeno francés de las letras. La editorial Destino, que anuncia su publicación en España para el 23 de marzo (con prólogo de José Luis Sampedro, otro sabio), espera repetir aquí el zarpazo infringido a las ególatras esferas de la letras, del pensamiento o del ocio, trufados todos ellas de vaticinios muy dominado por el encanto digital. Pues va el anciano Stéphane Hessel y rompe todos los esquemas con su panfleto, residuo de la vietnamita, de la hoja volandera, de las grandes revoluciones, de los escritores comprometidos, del periodismo literario por capítulos... Un instrumento que parecía archivado para siempre bajo un insulto tan pagado: ¡Eres un panfletario!"

¿Ocurrirá lo mismo en España que en Francia? Hessel ha revuelto las tripas con un lenguaje moral, nada alambicado, empujado por el sentido común, que pide un nuevo orden político y económico ajeno a las turbulencias a las que nos tiene acostumbrado la férrea disciplina del capitalismo más dislocado. Los franceses se han sentido identificados con el mensaje, aunque otra cosa distinta es que salgan a la calle para expandir una revolución como la de Mayo del 68. Otro trasfondo es el descontento por los recortes de derechos del gobierno de Sarkozy a minorías. ¿Son argumentos suficientes para justificar el tirón del panfleto del que fuese compañero de lucha de Charles de Gaulle? Entre los apologistas de la existencia de un nuevo escenario sociocultural, los que ven en Hessel la representación de los grandes ideales que movieron al mundo, a los principios democráticos que movilizaron a la Europa democrática frente a los fascismos, a las ideas que sustanciaron una sociedad de la reconciliación, y sobre todo al intelectual que muestra su independencia desde una atalaya no intoxicada por la servidumbres de la comercialización. El análisis no es para la celebración: ¡Indignaos! acoge en su brevedad opuscular la desmoralización de una mayoría que observa la incapacidad de una minoría ultraformada, adobada por los mejores títulos de las más espléndidas escuelas universitarias, pero incapaz de encontrar una salida a la conjugación de los intereses económicos-nacionales con los de una Europa única, por citar sólo una de las secuencias del macroproblema. A nivel micro, las hijuelas que se extienden en nuestros lares, desde las altas tasas de paro al incremento de los colectivos desfavorecidos.

¿ Qué puede ocurrir? En Francia, un nonagenario ofrece con éxito su pensamiento de la experiencia, mientras que aquí, junto a nosotros, los partidos políticos mandan al cubo de la basura toda la monserga de la renovación generacional y nos ponen en las listas electorales a octogenarios o un poco más atrás. Rubalcaba por ZP, Aznar habla, Felipe habla...