Ahora resulta que el plan supermegaguay que va a sacar a España de la catástrofe económica y social en la que se encuentra se basa en aumentar la edad de jubilación, en abaratar el despido laboral y en gastar menos de lo que ganamos. Acojonante. Llegar a estas conclusiones después de 3 años de deliberaciones les habrá perforado el cerebro a los que se han encargado de fijar el rumbo que va a tomar nuestro país en los próximos veinte años. Decía Pío Baroja en 1904 que hay 7 clases de españoles: los que no saben, los que no quieren saber, los que odian el saber, los que sufren por no saber, los que aparentan que saben, los que triunfan sin saber, y los que viven gracias a que los demás no saben. Estos últimos se hacen llamar políticos y, a veces, hasta "intelectuales". Cien años más tarde, creo que Baroja tenía razón, aunque por supuesto, siempre hay excepciones. Pero de lo que estoy seguro es que nos toman por tontos.

Vivimos en un país invertido, que ejerce de contrario de sí mismo. Este es un país donde sus ciudadanos han olvidado o parcelado la memoria de su historia y desconocen el significado del perdón. Un país donde la región tiene preferencia a la nación y donde nuestro ombligo es el centro del universo. Este es un país convertido en un tablero de ajedrez donde los peones somos todos (sean jornaleros, jueces, ingenieros o médicos) y los alfiles, torres, caballos, reinas y reyes son una élite de políticos y empresarios en la que muchos de ellos carecen de formación y habilidades. Un país con un Ministerio de Defensa convertido para muchos en una ONG. Un país en el que se puede ser Ministro de Sanidad sin tener ni puñetera idea de lo que es una apendicitis, o de Asuntos Exteriores donde el idioma de comunicación internacional es hablar por señas o con un intérprete pegado a tu oreja porque sólo hablas español y ya no te quieren ni para ser el portavoz europeo con Hispanoamérica.

Este es un país que jamás ha estado tan poblado como ahora, que jamás ha tenido una juventud tan preparada como ahora, y que jamás ha tenido en un siglo una tasa de desempleo tan elevada como ahora. Este es el país de la corrupción de guante blanco, el que nos da pena meternos con el que no paga impuestos, con el listillo, con el defraudador, con el que cobra dos sueldos de la Administración (a veces camuflada como empresas públicas). Este es el país que vende europeísmo democrático del bueno pero como hables más de la cuenta te vas a enterar; el país de quítate tú para ponerme yo. Este es el país donde no tiene cabida la meritocracia: desecha a sus talentos para ser fichados por otras naciones que necesitan miles de físicos, químicos, biólogos, ingenieros, matemáticos, médicos, enfermeros. Solo les piden a cambio que hablen al menos algún otro idioma, aunque solo sean 1.000 palabras, que con el tiempo lo aprenderán. Allí envejecerán trabajando para cobrar su jubilación; aquí envejecerán en las casas de sus padres esperando por un trabajo. Los que se atrevan a irse cobrarán un sueldo que duplica o triplica al que cobraría (si tuvieran el trabajo que no tienen) en este país barato donde la mitad de la población entre 18 y 30 años está sin trabajo y donde un millón y medio de familias tienen a todos sus miembros en paro. Como ha dicho hace poco un eurodiputado extranjero: es un escándalo lo que pasa en España. Y por eso el porvenir de este país es lo que está por venir: más de un millón de emigrantes y medio millón de españoles se marcharán en los próximos cinco años. Tal cual. Luego dirán paridas como que el paro ha disminuido o que se ha frenado la velocidad de pérdida de empleo.

Y para rizar el rizo, nos dicen que el secreto de cómo ser como Alemania o Japón o Francia o Suecia o Noruega o Suiza es gastar menos de lo que ganamos. A estos que dan esas recetas mágicas que funcionan, y muy bien en sus países, no les han dicho que si cientos de miles de familias españolas cobraran o gastaran un diez por ciento menos estarían en los límites de la pobreza y de la hambruna. No saben que este es un país que se ha cargado a su clase media para hacerla más pobre como más pobres ha hecho a sus pobres, pero que ha hecho más ricos a los que ya eran ricos.

Buen día y hasta luego.