Sorprendente el descubrimiento, hace sólo una semana, de que Las Palmas de Gran Canaria es única en España por tener un casco histórico donde se limita el uso de bares y restaurantes, normativa ignorada -queriendo o sin querer- por su propio ayuntamiento y por los propios vecinos hartos de ruidos que, por alguna casualidad, descubrieron a qué agarrarse para que un juez les diera la razón.

Dos reflexiones: primero, Vegueta y Triana deben ser los únicos barrios antiguos del territorio nacional donde se limita el uso de restauración -bares de copas aparte- para un edificio protegido. Y dos, el derecho al descanso de los vecinos es lo que realmente tiene que garantizarse en las normativas municipales. El caso del restaurante de la calle Malteses que tiene que cerrar por ocupar un edificio histórico es disparatado, porque a pocos metros de él se erige nada menos que un bingo contra el que no hay ninguna norma restrictiva. Y puestos a hacer ruido... En lugar de preservar de forma tan absurda la protección de edificios, el Ayuntamiento haría bien en regular la proliferación de bares de copas por el casco antiguo y repartir más licencias de restaurantes con horarios razonables.