El optimismo es un estado emocional al que se le achacan beneficios para el chasis y el sentido de las personas. Vienen a resumir los psiquiatras que cuando se interpreta la realidad con más esperanza que desasosiego el individuo rumbia con más tino, pero también advierten que un cuadro agudo puede marginarlo de la evidencia. Gadafi, por ejemplo. El país está tirándole misiles al zaguán de su casa y él lo interpreta como una fiesta de voladores con el consiguiente riesgo de perder la boina. Salvando una gran distancia, aquí tenemos otro caso de estudio: Paulino Rivero, que lleva años asegurando que va a generar pues, así a ojo, 80.000 empleos.

Lo dijo hace horas y también el 13 de enero de 2010. Y en 2009 propuso gravar el tabaco para otros 18.000. Y fatal porque, uno, la administración no crea empleo: lo trastrabilla con mil disposiciones que frenan a los emprendedores; y, dos, si bien es cierto que él no ha inventado la crisis tampoco está en su mano resolverla, solo empeorarla si se atiende a que el paro ha aumentado más del 95 por ciento en estos cuatro años según el Ministerio de Trabajo, de lo que deduce que debería pedir una resonancia magnética porque esto tiene que mirárselo.