Hay chicas en esto, empezando por Carmen Rodríguez Ten, presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear (otrora progre y feminista, hoy, no sé) pero la cosa es tan nauseabunda que prefiero decirlo en masculino. Pueblan tertulias, papeles y digitales, algunos son periodistas, tienen nombres y apellidos muy conocidos, y, sobre todo, cobran y mucho, de las empresas de la cosa energética española. Cobran por decir que "sobre la energía nuclear no se pueden tener prejuicios ideológicos". Les falta matizar que no se pueden tener prejuicios ideológicos en contra de las centrales nucleares, pero sí son a favor ya no son prejuicios sino sentido común. Manda carallo en La Habana, y llevo una.

También dicen -no sé si escribir hasta, incluso o por supuesto, el presidente del Gobierno de España- que ahora no toca el debate, que ahora lo que procede es ayudar a Japón. ¿Y por qué ambas cosas son excluyentes? El debate no es que toque ahora, toca todos los días desde que Albert Einstein reconoció la barbaridad en la que nos habían metido él y otros científicos. Manda carallo en La Habana, y llevo dos.

Vociferan muy enaltecidos, que no podemos depender de la energía procedente de otros países, que nos tenemos que autoabastecer. La energía nuclear lo garantiza. Me acabo de enterar de que España produce uranio en cantidades suficientes para sus centrales: pues no, lo exportamos todo. Manda carallo en La Habana, y llevo tres.

Los nucleares son aparentemente lógicos, sesudos científicos, gente seria, sobre todo los advenedizos. Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa et alia, dan testimonio de ello en sus inversiones a medio y largo plazo: es el llamado lobby nuclear. Nos sorprendería conocer la nómina, y los chalés, y los viajes, y los coches y los cartieres y las pomelatos. Sólo por decir que hay que olvidar esos falsos tópicos sobre la energía nuclear, frutos de una juventud progre e irreflexiva. Ahora no toca debate, pero toca nuclear. Manda carallo en La Habana, van cuatro, y nucleares, no, ¡gracias!