Manifestación contra ETA, que en realidad fue contra el Gobierno. ¿Alguien puede traducir lo que está pasando a parámetros de democracia civilizada? Veamos la ecuación a ver si sabemos resolverla: en la actual legislatura, el Gobierno ha puesto a ETA contra las cuerdas. Nunca en la historia de la lucha antiterrorista un gobierno había conseguido tantos éxitos en una política de firmeza en todos los frentes. Nunca antes ETA había estado tan débil. ¿Cómo pueden convertir las asociaciones de víctimas del terrorismo y el PP una manifestación en contra de ETA en una manifestación contra el gobierno que está acabando con ella?

El encanallamiento no pasa cuenta en política. El PP ha comprobado su inmunidad electoral: hay una vacuna social en la derecha de odio contra el Gobierno socialista que permite cualquier cosa que pueda erosionarle. La cabeza de José Luis Rodríguez Zapatero, en contra de lo que pudiera suponerse, no ha satisfecho la sed de sangre de la derecha más radical, sino todo lo contrario: el grito es "¡más madera!", incluso la de la propia casa: la victoria contra el terrorismo sirve para quemar a los que la están pilotando.

Mariano Rajoy no asistió a la manifestación pero mandó a sus becarios. Mariano Rajoy cada día se parece más, incluso físicamente, a la visión bíblica de Caifás, pero su posición suele ser la de Pilatos: se lava las manos y deja hacer a sus súbditos. Jaime Mayor Oreja escarba en la basura y aunque no encuentra nada actúa como todo lo contrario. El resto del trabajo lo suelen hacer Esperanza Aguirre, María Dolores de Cospedal o Federico Trillo.

Nervios en el Partido Popular, tal vez porque se pueda anunciar el final de ETA en la era socialista. Por eso, una manifestación convocada en principio contra el terrorismo y arropada por el PP termina siendo una marcha contra el Gobierno que está acabando con la organización terrorista: ¡por favor, que la Unión Europea nos mande un psicólogo social para traducir todo esto!