Mientras el paro sigue creciendo, los expertos económicos y los dirigentes políticos siguen sin afrontar el problema de fondo. El vuelo alto de España durante la década prodigiosa se produjo sobre todo gracias al empuje de un reactor llamado construcción (forzado hasta reventarlo), y desde que hizo plof el avión planea malamente. Por más vueltas que quieran darse, y en tanto no madure una nueva economía, será imposible la recuperación si no se vuelve a encender el motor parado. Las nefastas alegrías del pasado se han ido para siempre, y bien está, pero una creación rápida y voluminosa de empleo sólo será posible ahí. O sea: la alternativa más real al sector de la construcción fenecido es un nuevo sector más pequeño, razonable y moderno, pero para devolverle la vida hace falta que los que saben y mandan pongan manos al asunto en el quirófano, en lugar de taparse la nariz ante el cadáver.