El problema de la economía canaria es la baja productividad. Canarias, aunque próxima a la media española, se encuentra en los niveles más bajos de competitividad, sólo por encima de Andalucía y Asturias, según el informe de la Fundación BBVA, que se publica hoy en nuestro suplemento dominical. Un empleado canario trabaja 156,40 horas al mes-las islas son la región de España con más horas de trabajo pactadas, legalmente acordadas por convenio o contrato- pero su índice de productividad está en el nivel 220 de los 268 de las regiones europeas, como se refleja en las estadísticas de Eurostar. Es urgente, por lo tanto, desterrar ese mal endémico de la economía canaria. El aumento de la productividad resulta clave en un momento histórico donde la creación de empleo y la competitividad son elementos imprescindibles para salir de la crisis.

Productividad no es sinónimo de competitividad. En el contexto de la creación de empleo, nos encontramos ante un factor esencial y seguramente el más sensible. Se entiende como productividad media de una región el índice resultante de dividir su producto interior bruto (PIB) por el número de empleos. Ser competitivo, en cambio, es tener éxito en el mercado. Por ello, la remontada de las visitas turísticas y su beneficioso efecto sobre el empleo posibilitan un horizonte esperanzador en cuanto a la recuperación de la economía canaria. Una coyuntura aún débil e incierta después de recibir a lo largo de tres años los golpes de la crisis más fuerte de las sufridas en los últimos 35.

El Archipiélago se prepara para un tiempo nuevo en el que cabe pedir un esfuerzo general a la sociedad para que contribuya a consolidar un modelo sostenible. Canarias necesita crecer con la mayor rapidez, pero con cimientos consistentes. Olvidar este objetivo equivale a autoengañarse. La prioridad debe dirigirse en volcar todos los recursos en desarrollar una economía productiva eficiente. El Gobierno regional desarrolla una apuesta por la innovación y la formación, sin que hasta el momento haya podido recoger frutos a estos esfuerzos. No sólo ha formado a 10.500 gestores para innovación, sino que también ha conseguido 150 millones para parques tecnológicos, al tiempo que ha elaborado un nuevo plan de formación profesional ajustado al mercado laboral de cada isla. La planificación de la formación profesional, el enfoque de su modelo de estudios, necesita más que nunca acercarse a las necesidades reales.

En el ámbito del sector con mayor aceleración de la economía isleña, el Pacto por la Calidad y la Competitividad del Sector Turístico de Canarias (2008), conocido como Pacto de Fuerteventura, tampoco ha obtenido los frutos deseados. Está aún por demostrar si es la columna vertebral para la modernización de los espacios e infraestructuras turísticas, e incluso una alternativa fiable para reactivar el sector de la construcción a través de la rehabilitación hotelera.

En la misma línea de atacar los desequilibrios económicos, aparece el Pacto Social por la Economía y el Empleo, suscrito en abril por el presidente Paulino Rivero y los agentes sociales. El documento incluye medidas para la innovación y la competitividad en Canarias. El Ejecutivo regional parece consciente de que el futuro pasa por aprovechar la cobertura que ofrece el estatuto de regiones ultraperiféricas con su régimen económico y fiscal. Sería injusto, además, no recordar aquí como un acierto el acuerdo entre el gobierno central y Canarias, dirigido a reducir las tasas a las compañías aéreas. El entendimiento en un segmento de la economía tan vital para las Islas contribuirá sustancialmente a mejorar la competitividad turística del Archipiélago.

Las revueltas reformistas del norte de África han supuesto un punto de inflexión en los parámetros de crecimiento económico de Canarias. Las previsiones anuncian ya un año récord en la llegada de visitantes al Archipiélago con nuevos mercados a la vista en Polonia, Rusia, Francia e Italia. Y aunque esas cifras invitan al optimismo, aquí no cabe ya el conformismo. Las mejoras en nuestra principal industria son aún muy modestas. Pero además la tendencia natural ante un panorama tan alentador debe ser la creación de empleo, pues es la única base estable para sostener el actual nivel de bienestar social.

Canarias no podrá dejar de enfrentarse al reto de la productividad, que, por la lógica del mercado, resulta ineludible. Es capital para explicar el crecimiento económico y el que está registrando el Archipiélago es, a todas luces, insuficiente.

Las dificultades colosales se superan con audacia. Se trata sencillamente de tejer los mimbres para ofrecer servicios y productos de más calidad y a menor precio. Canarias no puede permitirse jugar a la defensiva cuando lleva un marcador tan abultado en contra en número de parados. Y si una cosa es hoy poco discutible es que no son las subvenciones, ni siquiera la riqueza en recursos naturales, lo que garantiza la prosperidad de los pueblos, sino la capacidad de emprendimiento de los hombres en su territorio.

En una economía como la canaria, el Gobierno regional que salga de las urnas tras esta campaña electoral deberá hacer un esfuerzo descomunal para desarrollar el tejido productivo y hacerlo eficiente al máximo. Ser ambiciosos no es una opción entre muchas: es el único objetivo.