La carretera desde el Risco de Agaete a La Aldea, una vieja reclamación de los aldeanos, se terminará, según las previsiones, a finales del próximo año o como muy tarde en el primer trimestre de 2013. Con esta vía, dotada de varios carriles y unos cuantos túneles, se eliminarán muchas y peligrosas curvas en ese tramo y La Aldea, esa isla dentro de la isla como la definen los lugareños, estará mejor comunicada con el resto de Gran Canaria.

Sin embargo, se ha abierto una nueva carretera, mucho más arriesgada y con tramos más escabrosos, la del pacto entre Partido Popular, Coalición Canaria y Nueva Canarias. Hará alcalde hoy, salvo sorpresa mayúscula, al cabeza de lista de este último partido, José Miguel Rodríguez, hermano del presidente de la formación, Román. El tripartito manda a la oposición al socialista Tomás Pérez, que se quedó a sólo 147 votos de mantener el sillón presidencial de la corporación y, de camino, ha montado tremenda carajera entre socialistas y Coalición, donde la palabra traición ha sonado alta y clara. Dicen las crónicas que pone en peligro el acuerdo regional PSC-CC y que los nacionalistas han abierto sendos expedientes de expulsión a sus dos concejales díscolos. Bien, es un gesto habitual en política para acallar críticas, pero en realidad se queda en el baúl de los recuerdos cuando se apagan los ecos de la calentura del ofendido.

Tanto Bañolas como Rivero, los autorizados a intervenir, han sido alcaldes y saben por experiencia que en los pueblos las siglas solo son el vehículo para presentarse a las elecciones y que es la relación personal, las filias y la fobias entre los políticos del lugar, lo que dictamina si se ponen de acuerdo. Si como dice Tomás Pérez se trata de un pacto por cuestiones personales, los boletos de la rifa están vendidos y a él no le ha tocado el peluche. Resulta curioso que por una vez que CC y NC firman un pacto por la tan cacareada unidad nacionalista, Coalición eche pestes y los nacionalistas de aquí digan que esto se sabía cerrando las urnas.