Los tuertos del PSOE instan al PP a que se deje de la presunción de inocencia y ponga los grilletes de la expulsión al recién elegido presidente de la Comunidad Valenciana, mientras consideran que el PP está utilizando políticamente el caso Faisán, donde un alto cargo del Ministerio de Interior ordenó que se avisara a los terroristas de que los iban a detener, como un refugio para desgastar al candidato Rubalcaba.

Los tuertos del PP, que no tuvieron la gallardía de pedirle a Camps que se retirara, no por falta de honestidad, sino por ingenuo pichón, asumen que el presidente de una Comunidad se siente en el banquillo, sin hacer una mueca, mientras piden la dimisión de Rubalcaba, responsable de la indefendible actuación de la policía en el bar Faisán. Estos mismos tuertos del PP solicitan en el Senado la expulsión del senador Casimiro Curbelo, presidente del Cabildo de La Gomera, por marcharse con su hijo y un amigo suyo a una sauna de terapia sexual y, luego, armar la bronca, que es lo que antes, de manera mucho menos fina y delicada, decíamos "irse de putas".

Las tuertas del PSOE, tan delicadas ante el vocabulario machista, los anuncios de televisión en los que la estética puede ofender el pudor o alentar la discriminación sexual, y los anuncios de prostitución en la prensa, callan delicadamente ante un compañero suyo que se marcha con un hijo a practicar el amor samaritano con mujeres que, seguramente, cuando eran niñas, no dirían cuando les preguntaban qué iban a ser de mayores que querían dedicarse a ser unas meretrices de provecho.

Las tuertas del PSOE, tan susceptibles ante una palabra o un comentario sobre la forma de vestir de un alto cargo femenino, y tan quisquillosas con las generalizaciones masculinas, todavía no han dicho nada de este padre de la patria que arma broncas en lo que antes del desarrollo llamábamos burdeles o casas de citas.