El que la Vuelta Ciclista a España quiera regresar a Canarias es, sencillamente dicho, una buena noticia. Y por eso mismo, el deseo de que las negociaciones iniciadas entre Unipublic y el Gobierno autónomo lleguen felizmente a la pancarta de meta para que Gran Canaria y Tenerife inscriban otra vez su nombre en el libro de ruta de la edición de 2012,

Hace ahora 23 años (como bien evocaba ayer nuestro compañero Martín Alonso en las páginas de Deportes), vivimos en directo aquella emocionante primera experiencia del mundillo ciclista, regando de belleza, esfuerzo y sudor las carreteras grancanarias, nada comparable al seguimiento de devoto aficionado a través de la tele. Eran los años de Perico Delgado, porque el mito Induráin, casi desconocido gregario entonces, estaba a punto de nacer y de impulsar este deporte a las máximas cotas de audiencia.

Porque el ciclismo, como otros deportes, también es eso: audiencia, publicidad, marketing, promoción turística. Una Vuelta, un Tour o un Giro, además de la caravana ciclista con sus profesionales, técnicos, fisios, médicos y demás, arrastra consigo una increíble y no menor caravana publicitaria. Y junto a todo eso, por supuesto, el seguimiento de decenas de medios que llevan el acontecer de cada etapa a todos los rincones del mundo.

Cierto es que seguimos en época de vacas flacas. Pero acontecimientos así no se pueden dejar escapar si los números cuadran. Paulino Rivero y Milagros Luis deben hacer las cuentas con cariño y buscar los apoyos privados necesarios para que unos cuantos millones de ojos se recreen en el escaparate ciclista de Canarias. Como paraíso turístico, como sede invernal para la preparación de los equipos, como núcleo de cicloturistas. Todo es posible si se aprovecha como es debido.

Imagínense qué lujazo arrancar la temporada próxima, allá por finales de agosto, con Contador de líder escalando el Pico de las Nieves, y la UD jugando con el Madrid o el Barça en su retorno a Primera. Cuánto valen promociones así...