Dice la sabiduría popular que en todas partes cuecen habas, pero añade seguidamente que hay pucheros y pucheros. Y, desde luego, los nuestros están a años luz de los norteamericanos.

Cuando Standard & Poor's rebajó la calificación de la deuda de Estados Unidos del primer al segundo nivel de solvencia, hubo por nuestros lares la lógica preocupación: somos en buena parte vagones de aquella locomotora, y si ella estornuda, todos nos resfriamos. Pero hubo a la vez algún asomo de recochineo. "Ellos también", se comentaba. ¿Seguro?

¿Qué ocurre cuando S&P o cualquiera otra de las grandes agencias de rating bajan un peldaño la calificación de una deuda europea? Se desatan el llanto y el crujir de dientes, y los gobiernos se apresuran a adoptar severas medidas de ajuste que tampoco sirven para nada. Estos pajarracos han cuestionado la deuda española por el elevado déficit, y cuando se han adoptado medidas para reducirlo, la han cuestionado porque enfriaban las expectativas de crecimiento.

¿Y qué hacemos ante tamaños despropósitos? Ponemos cara de don Tancredo y aguantamos lo que nos echen, sumisos y obedientes, no sea que nos bajen dos pisos de golpe y acabemos en la vecindad de las ruinas griegas. Así se hierven las habas en nuestros pucheros. Veamos ahora los hervores de Washington. Tras el anuncio se dio a Obama por tocado; más todavía cuando se despachó con cuatro tópicos vacíos de contenido. ¿Este es el hombre más poderoso del mundo?, se preguntaba un cronista del Post de Washington.

Pero tras ello, como por casualidad, se supo que el Departamento de Justicia estaba investigando a S&P por diversas irregularidades, entre ellas las que llevaron a calificar como de alta solvencia los productos asociados a las hipotecas basura, cuya caída desató el principio de la crisis. ¿Es esta investigación una venganza de Obama? ¡Desde luego que no! ¡El Departamento ya llevaba tiempo tras todo eso! ¡Faltaría más! Y luego, esta semana, va el presidente de la agencia, Deven Sharma, y presenta la renuncia. McGraw-Hill, matriz de S&P, le agradece los servicios prestados y anuncia su pronta sustitución. ¿Es un sacrifico ofrendado en el altar de la Casa Blanca? ¿Le han llevado a Obama la cabeza cercenada del Bautista? ¡Desde luego que no! ¡Este relevo se inscribe en los planes de la empresa a largo plazo! ¡Sharma lo ha hecho todo muy bien, faltaría más!

Pucheros y pucheros. El Obama más debilitado le puede pegar una patada en lo blando a una de las tres grandes agencias, y las otras se dan por avisadas. Nosotros, en cambio, bailamos al son que nos tocan, y contentos.