Yo fui de los que nacimos en casita, en el 75 de la calle Nicolás Estévanez, que arranca de la playa y acaba en el parque. Fueron la playa Chica y el parque Santa Catalina los imborrables escenarios de mi infancia y de parte de mi adolescencia. Por ello, el anuncio de nuestro alcalde Sr. Cardona y del concejal Sr. Barbero de que van a revitalizar el parque Santa Catalina, devolviéndole sus signos de identidad y su añejo atractivo, me ilusiona y me predispone al aplauso y al agradecimiento. Pero, al igual que han hecho otros paisanos, también yo expreso mi miedo de que se le ponga un parche al parque. Sin embargo, me tranquiliza que sea el artista Tino Montenegro el alma de la transformación del Santa Catalina Park. Una restauración de un espacio público tan importante, necesita la colaboración de un amplio sector de la población isleña. Necesitamos la creatividad del artista en todos sus géneros, del urbanista, del sociólogo y del psicólogo, del comerciante y del hostelero, del taxista, de la madre y del padre, del niño y de la niña, del anciano y del discapacitado? Sr. Alcalde, ¡no tenga demasiada prisa, aunque sí alguna! Tenga sólo el tiempo necesario para que todos estos paisanos comuniquen sus ideas creativas. Tino Montenegro sabrá cribarlas y, al final, Vd. decidirá, como legítimo representante de la mayoría soberana. La creación o restauración de los espacios públicos es cuestión de democracia participativa, la no participativa, ¡que es la que tenemos!, no es democracia. Cuando se trata de re-vitalizar o de re-staurar algo, hay que saber que la primera expresión significa devolver la vida y la segunda significa devolverle a algo el estado en el que estaba. El Sr. Alcalde, con una opinión muy compartida, piensa y decide que hay que resucitar y devolverle su viejo esplendor al parque Santa Catalina.

Recurro al método retro-progresivo de nuestro insigne filósofo Salvador Pániker, para sugerir algunas pautas en la revitalización y restauración de nuestro parque. El parque Santa Catalina hay que transformarlo mirando, simultáneamente, al presente y al pasado, es decir, retro-progresivamente. Hay que hacer un parque que encarne los valores, los símbolos y los signos de hoy y que, a la vez, recoja símbolos y signos, costumbres y tradiciones que nos aproximen a nuestros orígenes. Yo sugiero que, por el lado progre, se recurra a la informática, que con un espectáculo de luz y sonido (sonne et lúmière), mostremos a paisanos y a turistas las maravillas presentes y pasadas de nuestra tierra. Por el lado retro, recrearía la imagen maravillosamente autóctona de la tartana, con su tartanero ataviado de canario. Seis u ocho tartanas, haciendo su recorrido con el turista o con el paisano y su pareja y con los niños. ¡Rián p'al Puerto! Otra sugerencia, en lo progre: terrazas modernas, acogedoras, espectaculares. En lo retro: tapas canarias maravillosas, con cervezas y vinos canarios de asombro y acompañamiento musical de espontáneos parranderos (¡no chabacanos para chonis!). En lo progre: Restaurantes con viveros llenos de nuestros pescados y mariscos vivos, para que cada uno se pesque su propio manjar (¡somos islas en medio del mar!). En lo retro: mesas y espacios para que nuestra gente y los niños muestren los inteligentes juegos del envite, de la zanga y deportes autóctonos como la bola canaria o la lucha. Sr. Alcalde, revitalice y restaure nuestro parque Santa Catalina, pero hágalo retro-progresivamente, porque sólo así se progresa con equilibrio y autenticidad. Si pone en el parque un valor de hoy, compagínelo con un valor de ayer. Y si esta transformación de nuestro parque Santa Catalina es cara en tiempo de crisis, ¡no rebaje!, haga una colecta ciudadana, la ciudad responderá porque vale la pena y, desde luego, cuente conmigo.