En los vuelos low cost apretujan tanto los asientos que, literalmente, le acabas oliendo el sobaco a los viajeros colindantes. A mí me tocó el otro día al lado de un líder empresarial; y me dio el viaje.

Nada más sentarse desplegó un ordenador portátil con fotos de una convención de líderes de su compañía, en las que, efectivamente, aparecía él perfectamente encorbatado. Luego le dio por repasar un powerpoint sobre cómo "identificar el liderazgo". Y así anduvo todo el trayecto, del portátil a la tableta, de ésta al móvil y vuelta a empezar. Cada vez que cambiaba de gadget me daba un codazo a mí, que me las había prometido muy felices y dormidas, porque tenía asiento con ventana. Cuando tenía que guardar los aparatos, sacaba un libro sobre "el líder sin grupo".

A mí me daban ganas de decirle: "Buen hombre, serénese. En dos horas y media no va a conseguir reafirmar o reflotar su liderazgo. Guarde toda esa cacharrería tecnológica, déjenos echar una cabezadita y trate de dormir usted también. Si es necesario, le doy un cachito de dormidina. Si usted es tan bueno, dígale a su empresa que le compre un billete en clase business. Los que estamos aquí tiramos más bien a proletarios".