En la necrológica de Javier Pradera, Fernando Savater se atrevía a insinuar el falso azar de su muerte el 20-N (día en que publicó el artículo Al borde del abismo). En buena medida Pradera era el símbolo pensante de la generación que hizo la Transición desde la izquierda, en no una pequeña parte formada por hijos renegados de la derecha, y que fue una de las columnas del socialismo español desde el inicio de la democracia. Su muerte, en ese justo día, ¿significa algo? El juego con los símbolos es arriesgado y, a veces, facilón, pero hay quien piensa que son la verdadera realidad, y la que vemos como tal, una versión burda del tejido simbólico. Aunque conocí y traté a Pradera muy poco, era fácil percibir su carisma señorial de viejo rockero de la izquierda, escéptico y burlón, pero nunca lo bastante desencantado. Suele decirse en estos casos que con él muere un tiempo, y creo que así es.