Solía jugar muy bien a los chinos en mis años de estudiante compostelano. Pero no consigo ganarle nunca a mi hijo Guillermo a "piedra, papel o tijera". La combinación de fuerzas, los pesos y los valores, y qué conviene más en cada caso, me ofusca. El despiste del acierto está en los números de los chinos, y en que cuantos más jueguen, mejor: pura táctica. Lo otro, la piedra, el papel y la tijera, estrategia esencial. Al PSOE le ha pasado lo mismo con la campaña de las generales: saben jugar muy bien a los chinos, pero cuando se trata de elegir entre piedra, papel o tijera, es decir, marca, cartel o candidato, se lían, y de qué manera.

Para empezar, parieron, ellos y sus creativos, o entrambos, una precampaña y campaña de candidato cuando de lo que se trataba era de reforzar la marca, elevarla por encima de Rubalcaba, poner los valores más altos que las barbas, la ética por delante de la estética. Se equivocaron en lo macro. Y en lo micro, hubo de todo. Colocaron candidatos cartel, olvidando de que sólo servirían si envolvieran piedra. Así le pasó a Trinidad Jiménez en Málaga, que dilapidó el caladero de votos de su antecesora, Magdalena Álvarez. En Santa Cruz de Tenerife, sin embargo, y a pesar de que no se vio ni un cartel del candidato salvo en la sede de campaña, se optó por una sólida roca envuelta en papel de calidad, José Segura, y se aguantó el tipo, frente a las púberes canéforas que preferían experimentos no carbónicos. Sin el veterano Pepe Segura, el PSOE se hubiera hundido del todo en las islas occidentales, frente a un PP arrollador, una izquierda alternativa, en parte escindida del PSOE tinerfeño, y un nacionalismo canario que salvó los muebles con mucho esfuerzo y el empuje de su candidata, Ana Oramas.

No quiero que en Ferraz contraten a mi hijo para la próxima campaña: quiero que cuando digan "piedra, papel o tijera", sepan lo que dicen. Por eso, ahora, hay que saber qué categoría darle a palabras como congreso, extraordinario, ordinario, primarias, y candidato/a.