Aún no ha sido investido Mariano Rajoy, ni se conoce, aunque todo el mundo imagina, el ajuste duro y el marco sociolaboral y fiscal regresivo que prepara y que anunciará mañana, y ya sabemos que el PP, más allá de la crisis, que será de órdago, va a tener un enorme problema político con Cataluña y el País Vasco en esta legislatura. Y que ése, y no la crisis, va a ser al final su talón de Aquiles. La cuestión territorial española se va a repolitizar como nunca -esto se va a ir viendo- en un momento en el cual la Unión Europea es una caja de Pandora en la que por ahora gana la opción de que siga siendo una suma de estados, sin más cesiones de soberanía a Bruselas, lo que en España tendría un plus de efectos, y a lo que corriendo se sumó Rajoy. Y que por la debilidad socialistas, el desdibujamiento de los sindicatos, la subida importante pero insuficiente de IU (venía del hielo), la efímera primavera ecologista (Equo), la endeblez de la sociedad civil y la inmadurez de un 15-M lacónico y narciso que no quiere roces con nadie, no será la crisis, ni las grandes protestas sociales que habrá, los que más desgasten al PP. Al revés. Está ya visto que la gente está asustada y la mano dura les tranquiliza, da la impresión de que arregla el follón; cuando hay desorden, la gente -la inmensa mayoría banalizada- quiere orden, da igual de dónde venga, y quien más orden parezca que va a poner, a ése se le da mando. Serán el nacionalismo vasco y catalán quienes, por razones distintas (conservadora y económica la catalana; mixta, embrollada y política la vasca) los que más acabarán desgastando al PP. Serán esos nacionalismos los que escenificarán que el PP no tiene todo el poder, ni manda en toda España. Lo cantó ya la noche del 20-N: Los dos hechos relevantes después del atronador éxito del PP y del desplome del PSOE fueron el ascenso vertiginoso de CiU en Cataluña -que vuelve a la marca Pujol en los 80- y de la izquierda abertzale, armando con el PNV una goleada nacionalista vasca. Y si cabía alguna duda, las declaraciones de Durán i Lleida esta semana sobre un pacto fiscal urgente equiparable al reparto alemán en los saldos territoriales, y los obstáculos del PP a Amaiur en el Congreso la despejan. Son el preludio.