En menudo compromiso ha puesto el presidente Mariano Rajoy al alcalde Juan José Cardona. Hasta un par de días antes del fatídico Consejo de Ministros, el regidor de la capital grancanaria hacía números optimistas para cumplir con su promesa electoral de bajar el Impuesto de Bienes Inmuebles entre el cinco y el quince por ciento, una medida que tendrá que preparar este año recién empezado para aplicarla en 2013. Pero en esto llegaron los recortes del nuevo gobierno del Partido Popular y la inesperada subida de tributos, que incluye un buen palo a la vieja Contribución Urbana.

Todavía es posible que Las Palmas de Gran Canaria, que acaba de subir los impuestos -Jerónimo Saavedra lo aplicó en 2010-, se quede al margen de esas medidas especiales que exige Madrid, pero desde luego parece muy difícil que se logre algo más que congelar el IBI, con lo cual Cardona habrá incumplido su promesa estrella de la pasada campaña electoral. Y entonces la zancadilla de Rajoy le pasará factura. El alcalde tendría que explicar hoy mismo, aprovechando que tiene pleno y que nombra nuevo edil de Urbanismo, cómo demonios va a cumplir su promesa, si es que puede.