Lo de la nueva reforma laboral es preocupante. La han envuelto en papel de regalo, pero la realidad es que los trabajadores quedan a los pies de los caballos. La indemnización con 33 días por año trabajado es lo de menos. El caballo de Troya está en los ERE y despidos procedentes individuales. Cualquier empresa que durante tres trimestres consecutivos haya disminuido sus ganancias, aunque sea en un euro, puede poner en la calle a sus trabajadores mediante expediente colectivo o a título individual, con 20 días por año. Así, como dijo ayer Jesús Caldera, la indemnización de 33 días aparece como un sueño para cualquier trabajador.

Juan Rosell, presidente de la patronal, apela a la buena voluntad de los empresarios para que en los próximos meses no asistamos a despidos en masa, acogiéndose a esta barra libre. Si las relaciones laborales van a tener ahora que sustentarse en la buena voluntad de una de las partes, que renunciaría a las armas de destrucción masiva de empleo que ponen en sus manos, vamos arreglados. El viernes la policía cargó en Sol con contundencia contra los que protestaban contra esta barbaridad y los periodistas que cubrían el evento.