Como éramos pocos parió la abuela. Ahora va y sale la presidente, que no presidenta, de Argentina y para desviar la atención de los múltiples problemas internos que tiene su país, no se le ocurre otra cosa que expropiar la petrolera YPF perteneciente al grupo Repsol. No es la primera vez que esta señora mete a su país en un berenjenal jurídico, basta recordar a Aerolíneas Argentinas que estando en quiebra la compra Iberia y luego se la expropia.

La aprendiz de Evita, sucesora natural en la jefatura del Estado de su difunto marido, populista donde las haya de un peronismo trasnochado, viene a decir ahora que España es un país opresor y colonialista cuando le interesa al igual que lo viene haciendo con las Malvinas y el Reino Unido.

Lo curioso del asunto es que ni el folclórico presidente Chávez y menos aún el bucólico Evo Morales se han atrevido siquiera a amagar con las decisiones que esta reina del tango boreal al más puro estilo matonista de Perón ha hecho.

¿Y como va a reaccionar España? Pues muy bien lo tiene que articular para meter en cintura a esta señora y evitar que cometa un atropello contra intereses españoles.

Y mientras la Sra. Fernández hunde la bolsa alcanzando el nivel más bajo desde 2009, aparece bailando un tango al más puro estilo Gardel con sus acólitos y aduladores. Que tenga cuidado no vaya a terminar como la protagonista de la película del mismo nombre.

Si la unión europea sirve para algo es el momento oportuno para demostrar aquello de que la unión hace la fuerza y bajarle los humos a la diva de la Casa Rosada a ver si entiende lo lamentable de su gobierno, que dirigiendo los destinos de una de las naciones, por no decir la primera, más ricas en recursos naturales del continente americano tiene a su economía manga por hombro, con una inflación galopante y una deuda desbocada.

No obstante ello estoy convencido de que todo este fuego de artificio no es otra cosa que producto de la improvisación de un gobernante que nadie pregunto si estaba capacitado para ello más allá de la consabida verborrea dialéctica.

Las gentes insensatas primero hablan y luego piensan lo que han dicho; las gentes sensatas primero hablan y luego olvidan lo que han dicho.