Un músico decía hace días, acerca de los efectos de internet sobre la difusión de la música, que "internet no es bueno ni malo, es lo que hay". Sobre una frase así debería construirse la filosofía práctica de este tiempo. El elemento dado e invariante es internet, y lo que queda por definir son las variables, que en gran parte vendrán dadas por los nuevos desarrollos tecnológicos. Para bien o para mal, esto es válido, en el mundo de la cultura, para la música, el cine, la literatura, la información y, en seguida, para las artes plásticas. Desde luego es válido también para gran parte de la producción económica no cultural, para el comercio y cada vez más para los servicios públicos. O sea: todo lo que pueda ir por aire o cable acabará yendo por aire o cable, y lo que procede es aplicarse más a instrumentar el modo de hacerlo, y, sobre todo, a ver dónde colocar las cajas registradoras.