Nos han acostumbrado a considerar el término "antisistema" en un sentido peyorativo, un insulto asociado a la violencia, comportamientos marginales e incluso terrorismo callejero. Sin embargo, hay oscuros intereses detrás de quienes denuestan a los que son contrarios al sistema político, económico y social establecido. Desde ciertos sectores reaccionarios de este país, se ha acusado al movimiento 15-M con ese término despectivamente. Un fenómeno surgido, de forma espontánea, ignorado hasta que centenares de miles de personas ocupando pacíficamente calles y plazas, en más de 50 ciudades españolas, llamaron la atención del mundo, mostrando su indignación hacia las estructuras del poder económico y político, traspasando las fronteras del país y extendiendo su impronta a otras geografías. No son una minoría. Objetivamente, antisistemas son los trabajadores que sufren una reforma laboral que cercena sus derechos para que los patrones continúen obteniendo plusvalías; los desempleados, excluidos del mercado de trabajo y los que son esclavizados en la precariedad y la ausencia de derechos laborales dignos. Los que buscan comida en los contenedores de basura; los que duermen en las calles de un país que tiene tres millones y medio de inmuebles vacíos en manos de los bancos; los que acuden a comedores sociales o bancos de alimentos. La juventud sin futuro, a la que algún secuaz de este decadente orden ha llamado "enemigo", es también antisistema, porque los jóvenes sufren el desmantelamiento de su porvenir, a la vez que observan, impotentes, los privilegios de las entidades financieras y las grandes corporaciones privadas. Objetivamente antisistema es el 99% de la población.

El sistema nos ha llevado al cambio climático, al hambre a uno de cada seis seres humanos. El sistema prolonga enfermedades curables, altera la paz en el mundo, su esencia es el fin de lucro, el mercadeo, la especulación, en una locura infernal en la que todo, absolutamente todo, se compra y se vende, dejando por el camino enormes desigualdades sociales en una existencia irracional que atenta contra la dignidad humana. Oponerse al sistema, es el primer paso hacia una sociedad más justa y avanzada.