Ya se sabe que hay muchos políticos, quizá demasiados, pero nosotros, la sociedad civil, somos más. Dicho esto, habría que exigir a los políticos que respondan por su mala gestión, por malversar caudales públicos, por actuar negligentemente. Pero no responder penalmente, que también, sino responder civilmente con su patrimonio como ocurre a cualquiera de nosotros cuando lo hacemos en la empresa privada, con más razón si son caudales públicos.

Y muchos se preguntarán: ¿pero qué se entiende por negligencia? Pues independientemente de que esté, que lo está, perfectamente definido en el código penal, negligencia es llevar al país a donde nos encontramos ahora.

Entretanto, la prima de riesgo, qué digo la prima de riesgo, la madre del riesgo que la parió a la prima, sube y sube a más de 500. ¿Pero quinientos es mucho o poco? Nadie lo sabe, lo que sí es cierto es que no hay país que pague la cuenta. Y aquí esta el quid de la cuestión. No es el país el que tiene que pagar la cuenta, que la paguen todos aquellos que de una manera u otra han contribuido a crear situaciones como la que se ha creado estos días con Bankia, el propio presidente de la entidad Goirigolzarri, que tiene nombre de asador donostiarra, ha salido a la palestra para desmentir que se estén llevando el dinero, que lo están, mientras la agencia Moodys, que tiene nombre de pub más que otra cosa, se apresta a rebajar la calificación. ¿Cómo puede calificar alguien algo cuando está descalificado de antemano? Pues pagando también. Ya que si esta panda de especuladores dice lo que les viene en gana llevándose por delante a gobiernos y países, no puede salirle gratis. ¿Y el descrédito del banco de España? ¿Terminará todo en una comisión de investigación? Seguramente, ya que se sabe cómo empiezan y nunca cómo terminan.

La mayoría de estos gurús de la economía mundial con diplomas de Harvard en cursos de verano han demostrado que no tienen ni idea de cómo gestionar; eso sí, los sueldos de todos ellos están requetebién negociados. ¿Por hacer qué? En una palabra: para parecer un hombre honrado, lo que hace falta es serlo.

Me temo que debemos hacer honesto el mundo antes de poder decir honestamente a nuestros hijos que la honestidad es la mejor política.